PENSÉ QUE NO VOLVERÍA A VERTE

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La mañana es fría, me llora el rocío, pero su llanto es casi imperceptible para mis oídos. Personas van y vienen, y en medio de la multitud no diviso el lugar. Me dejo llevar por la marea de hombres y mujeres, niños y niñas, ancianos; en fin, por todos los que se encuentran a mi alrededor. Todos van a paso lento, extenuados, con sus ojos opacos por las sombras de la incertidumbre, son como cuerpos vacíos en donde sus miradas piden desesperadas que alguien los saque a la vida, para dejar el sin sentido en el que se hallan. Son cascarones cuya alma se ha desvanecido, han perdido su voluntad, o por lo percibo, taciturna y perdida entre mis pensamientos, desde el momento en el pasaste sólo a ser parte de mis recuerdos, desde el día en el que tuve que decirte adiós. Nunca desee alejarme del único lugar en el cual encajaba a la perfección, ahora no soy más que un cascarón que lo único que siente cuando alguien intenta amarme es el eco que dejó el vacío de tu corto amor, pues mi alma ya no existe, murió en aquella inesperada despedida, dejó de ser parte de mi cuando dejaste que me hundiera en el vacío.

No sé si han pasado minutos u horas, la verdad no me interesa, el caso es que sigue pasando gente a mi lado y yo sigo siendo presa fácil de la marea de pensamientos que me abordan, decido que he pasado demasiado tiempo de pie y mis pies duelen; observo entonces la plaza central, puedo ver una silla de metal que se encuentra desocupada, acelero mis pasos para llegar aquel lugar, pero durante el camino por situaciones del destino las cosas no se tornarán sencillas, para alguien que se encuentra tan vacío; pues todo lo que veo me recuerda a ti, cada lugar por donde paso me grita tu nombre, violentas imágenes de todo lo que vivimos golpean mi realidad, haciendo que me sea difícil aceptar que todo ha llegado a su fin, formando un nudo en mi garganta y logrando que me duela algo que creí que ya no tenía, mi corazón, este se estremece con cada vistazo a mi mente que involucra tu presencia. Siento cómo se cristalizan mis ojos, y aunque lágrimas amenazan con desprenderse no detengo mi camino.

La plaza fue construida hace muchos años, aproximando unos ochocientos, fue fundada por los primeros pobladores de Cloe, por aquellos seres que dictaminaron que nuestras emociones deberían de ser reprimidas, para que la sociedad progresara, ¿que utilizaron a ciencia cierta para lograr esto?, nadie lo sabe, ¿si eran humanos o dioses?, en fin, no hay porque entrar en detalles en este tema. Lo importante es el hecho de que lograron que nuestra efímera existencia se limitara a soñar sin frontera alguna, pero sin la más remota posibilidad de cumplir una sola de nuestras aspiraciones.

La plaza es una combinación de caminos empedrados, que convergen en el centro en el cual se encuentra un fuente, esta tiene distintas manera en la que dejar escapar el agua, y cada cierto tiempo el viento hace que sus gotas se desvíen hacia un grupo de niños que juega con la arena, que se encuentra en una de las secciones del parque, otro de los niños realiza un castillo, mientras su compañero prefiere perseguir a uno de los perros que los acompañan, por su parte una madre, llama a su hija, esta se dirige lentamente con la cabeza gacha hacia su mamá y aunque no puedo escuchar que le dice, sin duda alguna tendrá algo que ver con que hace tan solo unos segundos la pequeña había empujado otro niño hacia la fuente.

A medida que me adentro en la plaza el silencio del principio se desvanece paulatinamente, las personas que están en ella no son como la multitud que me rodeaba, estas aparentan ser felices, pero ¿realmente lo son?

Sigo con mi camino hacia la banca, pero mis ojos se posan en una anciana que para mi perspectiva, diría que es bastante peculiar, va completamente vestida de negro a excepción de un broche dorado, del cual se reflejan pequeños destellos al ser tocados por la luz, esté mantiene fijo un cinturón a la altura de la cadera, lleva un vestido que va desde la parte alta del cuello, hasta casi rozar el suelo, usa guantes negros que van hasta el antebrazo, a juego lleva con sus ropajes, un velo negro que cubre desde la punta de su cabeza su rostro y cae sobre la altura de sus hombros, es como ,esos que usaban nuestras abuelas para asistir a las iglesias en otras épocas, a pesar del oscuro velo, puedo observar sus ojos azules, pero no reflejan vitalidad, no son como el color del mar en su apogeo ,más bien son tan oscuros como la penumbra justo antes del amanecer, como las profundidades del océano en donde la luz no alcanza a manifestarse. Es como si reflejaran sus años de dolor y cansancio.

Tanta era la concentración que le dediqué, que no me di cuenta de que ella también me observaba, ahora era yo quien se sometía al escrutinio de su mirada, rápidamente desvió mis ojos de ella, pues en Cloe no puedes siquiera mirar a alguien, solo se permite imaginar más nunca realizar alguna de las fantasías que atraviesan nuestros pensamientos. Estas van desde el simple hecho de saludar, hasta el complejo encuentro entre los enamorados que consuman todas sus pasiones. Nada ocurre, todo se queda en la cabeza de sus habitantes, todo se queda en un susurro de sus mentes, viviendo con la pregunta "¿qué hubiera sido?" como constante en su existencia.

Busco nuevamente a la anciana, pero esta, ya me está dando la espalda, observó cómo lentamente se aleja de mí. Finalmente llegó a la silla, me siento, suspiro pesadamente, hecho la cabeza hacia atrás mientras dejo escapar lentamente el aire de mis pulmones, mirando al cielo. Me siento correctamente en la banca mientras observo todo lo que pasa a mi alrededor, todo parece estar en calma, aunque la verdad es que todos en este lugar se mueren por las ganas de expresarse libremente ante el mundo, los únicos que se escapan de este control son aquellos niños que aún permanecen jugando sin la más mínima expresión de cansancio. "ojalá siempre permaneciéramos tan inocentes, así, evitaríamos soñar de más".

Mientras pasan algunas horas yo sigo en la banca, a mi alrededor la plaza comienza a ser más atractiva que al inicio, seguramente se debe a que he empezado a fijarme en los pequeños detalles.

- ¡Lleve sus deliciosos filetes al gusto! - grita un hombre con una barriga voluminosa, uniforme blanco, pero desgastado, seguramente por el calor causado mientras cocina, además de poseer un peculiar bigote que se enrolla en las puntas en forma de espiral- ¡Tres, por favor ¡-dice la madre que anteriormente regañaba a la pequeña, esta niña ahora está de la mano con el niñato que había arrojado a la fuente.

- ¡espero traigan sus estómagos vacíos, pues con todas estas delicias será difícil no querer probarlas todas! -exclama una mujer, de uno cuarenta y tantos años, con pelo negro, un elegante vestido rojo, a juego con el color de sus labios, y resaltando el verde de sus ojos, con una radiante sonrisa esperando ansiosa a todos los niños, que corren tras su mesa atraídos por los vistosos colores de los postres.

Pronto el ambiente se llena de todos los distintos aromas, provenientes de las diferentes comidas, el dulce de los pasteles, el pesado humo que el emana del carbón usado para asar los deliciosos filetes, el fuerte olor a vodka y cerveza de algunas de las tantas casetas, que sean instaurado a mi alrededor; definitivamente la plaza se ha convertido en un lugar ideal para el festival, entonces algo me golpea en la cabeza, me giro para ver a qué se debe el impacto, un Frisby rojo se encuentra justo bajo la silla, entonces me levanto y agacho para recogerlo, al hacerlo escuchó una voz, "su voz".

- ¡tíralo! -gritan, mi cuerpo se tensa, un aire frío recorre mi espalda, me levanto, cuando fijo mis ojos en los suyos, en aquellas perlas preciosas que tanto deseaba ver, pero ahora, no me contemplan de la forma que solían hacerlo. La verdad es que preferiría morir, antes que vivir sin haberte conocido, aunque cada recuerdo de ti duela como el mismísimo infierno. Eso siempre lo he tenido claro, mi cuerpo sigue de pie, pero mi mente vuela en nuestros recuerdos.

EL ETERNO CARRUSEL DE FANTASÍAS Y SUEÑOS [SUPERCORP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora