Capitulo 4 -El sueño

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Bustos

Hera miraba a las brujas que no lucían nada sorprendidas. Ni siquiera se habían movido de su sitio para echarle un vistazo.

—Vaya, pensé que mi presencia sería más notoria en este lugar...—dijo Hera.

Las tres brujas seguían cociendo sus hilos sin decir una palabra.

—Bien...—Hera levanta las cejas—Al parecer están muy ocupadas y no quiero robarles tiempo...iré al punto...Vine a...

—Sabemos porque has venido aquí Hera—dice Cloto mirándola fijamente...—Hace siglos te vimos venir...y aunque tardaste un poco, aquí estás.

—Entonces ya saben por qué estoy aquí....perfecto...Ahora espero que me ahorren el trabajo de repetirlo.

—No sabemos dónde está el Elegido...—dice Laquesis de una manera cortante.

Una pequeña sonrisa se dibuja en el rostro de Hera. La paciencia no era una de sus cualidades. Da un pequeño paso adelante y dice:

— Y si supieran tampoco me dirían, cierto?....Lo extraño es que aún no le hayan informado a Zeus sobre todo esto.

Cloto mira hacia Hera y se pone de pie mientras enrosca uno hilo dorado entre sus manos.

— Nuestro trabajo, Hera...es mantener todo en su tiempo y orden, si algo tiene que suceder, aunque sea malo, tenemos que dejarlo ser. No podemos interferir en ello así como tú tampoco. Así que si has venido a saber donde está la elegida....puedes retirarte. Ya sabes las reglas del Olimpo.

La cara de Hera no había cambiado ni un segundo. A pesar de que las tres Parcas le habían negado la información...había una oscura sonrisa en su rostro.
Y tras un corto silencio, levantó la cabeza y dijo:

—Bien...entiendo queridas hermanas. Fue un gusto haberlas visto después de tantos siglos, y discúlpenme si las eh molestado.

Hera se voltea para marcharse cuando escucha la voz de las tres hermanas decir su nombre al mismo tiempo. Se voltea y ve a las tres sosteniendo un largo hilo de color negro.

—Ese es....—dice Hera confundida.

—Si—la interrumpe Laquesis—...ten mucho cuidado....los cielos no se ven muy bien.

Hera sale furiosa de la cueva.

Perséfone

Abro los ojos lentamente y la luz que entra por las ventanas se reflejaba en mis ojos que apenas puedo abrir. Me levanto de la cama y me aproximo a la ventana, puedo escuchar el canto de los pájaros fuera. Eso me tranquilizaba tanto. Algo inusual me hizo voltear y encontrarme en la mesa un gigante ramo de rosas Rojas. Eran tan hermosas, tan perfectas. Me acerco, tomando una de ellas delicadamente. Su aroma entra por mis fosas nasales, era esquisto que por un momento pensé que estaba en casa. Me mire al espejo y algo me hizo reaccionar, tenía puesta una simple bata corta de seda. Me sonroje avergonzada, jamás eh usado este tipo de ropa. Una mano fría comienza a recorrer mi espalda para luego agarrar mi cuello, pero que ?...intento voltearme pero no logro hacerlo, así que miro al espejo y veo a Hades. Está detrás de mi, casi desnudo...sujetando mi pequeño cuello. El no deja de mirarme.

—Eres hermosa....—sus pequeños susurros hacen que se me erice la piel.

—Suéltame...—digo intentando zafarme de el.

—No lo haré...—sus manos agarran las mías...haciendo que yo misma toque mi cuerpo. Se sentía tan raro que ni siquiera podía explicarlo. Era su marioneta—....vas a ser  mía esta noche querida.

Redentor: Inframundo.    (Hades y Perséfone)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora