Miraba por la ventanilla del avión, mientras su corazón traspasaba la espesa capa de nubes que envolvían todo el paisaje alrededor. Pensó seriamente en lo ilusoria que es la existencia, mientras los más de 800 kms por hora eran recorridos por aquel aparato con alas que la llevaría de regreso a la que escogió como su nueva casa. Mientras la distancia se hacía más corta con cada minuto y segundo que transcurría, no podía dejar de pensar en cómo cambian la vida y las circunstancias en lo que al parecer era un abrir y cerrar de ojos. Se sintió incómoda, como si se hubiese dado cuenta de un fallo en la matrix. Su corazón se detuvo una fracción de tiempo muy corta, mientras reunía fuerzas para entender el mundo en el que estaba, el cual, a fin de cuentas; se resumía en su vida propia, la cual era personal e intransferible. Su pensamiento lógico la obligó a devolverse a la realidad de sus asuntos, los cuales; al menos en apariencia, estaban más allá de una simulación expansiva de la vida por fuera de ella.
Dándole más complejidad al asunto, llegó a la conclusión de que si bien hay cosas en la vida que no pasan de ser más que meras ilusiones (como el tiempo, el espacio, la felicidad o el dolor...); cada ser humano en el planeta (y fuera de este, ¿Por qué no?) tenía sus propias verdades, y cada una de estas trascurrían en simultaneo, por lo cual era imposible que la tal matrix existiera y que nuestras enteras vidas se redujeran a la paradoja de un simple engaño manipulado por el antojo de alguien más.
Un fuerte estremecimiento la sacó violentamente de sus pensamientos. El avión había tocado tierra, y con él se habían desvanecido los pasados días de una realidad diferente. Sonrió mientras pensó en lo aburrido que sería volver a la rutina...
