Cuando anochece, y la montaña se funde con la oscuridad del firmamento;
una infinidad de luces empiezan a aparecerse en el cielo.
Miles de casas, remotas a mi vista; se deslizan en un sin fin de lucecillas
que parecieran hacerse infinitas a la vista.
Ni siquiera la bruma las desaparece.
Son estrellas que por debajo del cielo cada noche se establecen.
Serpentean por lo largo y ancho de la montaña y no desaparecen;
mientras la oscuridad sea su cómplice y el día aún no llegue.
Laberinto de luces en el cielo;
no se apaguen, no se apaguen.
Sigan brillando por siempre a mi vista,
hasta que de ustedes llegue a enamorarme.