Aquí la limpieza es esencial, es un asunto de urbanidad y de salud.
Pero no es solamente la limpieza de basura de la que quiero hablar.
Es de la limpieza en las simples formas de humanidad.
Camino por la calle sin a nadie observar.
Sus almas me parecen tan transparentes y sin color que prefiero no mirar.
El tren se detiene, las puertas se abren.
Miles de personas sin un rostro memorable entran y salen.
Miro mi teléfono y me aferro sin cesar a la esperanza de que aquella limpieza debe acabar.
De muchas formas no soporto tanta insipidez,
meto las manos en los bolsillos, y dejo que se me pase la pesadez.
