Capítulo 2 parte 2

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El desayuno ya no me resultó algo tan maravilloso como pudo haberlo sido, pero de cualquier manera aprecié la comida que me ofrecían, después de todo estaba cansada del curry y el arroz. La conversación se tranquilizó, pero al parecer todo el mundo seguía dándole vueltas en su cabeza, yo quería seguir preguntando, pero sabía que los detalles se los guardarían para después, tal vez podía preguntarle a alguno de los hermanos cuando volviéramos a tierra.

Cuando el desayuno terminó me puse de pie para pasearme un poco por el yate, sabía que la gente en la mesa podría querer tratar otros temas y yo necesitaba estar sola así que caminé al interior de la embarcación donde me quedé por unos minutos mirando la ostentosa decoración y los arreglos florales aquí y allá, no sabía de donde sacaba esta gente el dinero, pero de donde quiera que fuese era lo suficiente como para poder derrocharlo en absurdos marcos de oro y jarrones de plata. Un rato después volvi al exterior, esta vez por una puerta a babor que me llevó a un pequeño pasillo donde unas escaleras llamaron mi atención, subí. Me acerqué a la orilla y me quedé de pie junto a la barandilla; por un momento me desconecté, dejé mis sobre el barandal y me quedé mirando el amplio horizonte al pie de mis ojos, el océano se sentía como mi hogar, cálido, familiar. Mi rostro sintió con gusto el agua que salpicaba cuando una ola impactaba en la cubierta, el sabor a sal se sentía como el más dulce de los besos... quería entrar al agua.

Sin pensarlo mucho me quité la ropa y me subí en la protección.

—Ven —llamaba en océano— Nirali... ven...

Respiré profundamente y me dejé caer sobre el agua, mi cuerpo penetró el mar como una flecha, pataleé con fuerza hacia el fondo y abrí mis ojos para ver el color azul oscuro rodeándome como a una presa, pero no sentí miedo, algo, algo tenía que pasar, lo sabía. Nadé más lentamente hacia el fondo, bajando y bajando cada vez más; mis pulmones empezaron a rogar por aire, tragué agua y apreté mis puños, tenía que venir ya.

Entonces sentí el cosquilleo en mi espalda, luego en mi brazo y después en mi mano; miré la palma abierta para encontrarme con el dibujo de una naga enredándose entre mis dedos, se movió, subió de vuelta a donde había estado, la sentí en mis piernas y de vuelta en mi espalda, hasta que se enredó alrededor de mi cuello y me permitió respirar. La naga estaba en mí, me había escogido con aquel chakram, y ahora me compartía una parte de si para poderme ayudar a sobrevivir. Miré hacia arriba, había figuras moviéndose en el agua, antes no las habría podido ver bien, ahora las reconocía perfectamente, eran buzos, dos para ser exactos.

No quería que nadie interrumpiera lo que acababa de descubrir así que nadé todavía más abajo, así sería más difícil encontrarme. Bajé lo suficiente como para encontrar una saliente de roca en la cual pude ver peces nadando de un lado al otro, ellos iban y venían, entrando y saliendo de unas pequeñas cavernas. Seguí mi camino hacia abajo mientras observaba con curiosidad a todas las creaturas con las que me encontraba, finalmente decidí detenerme, observé el tatuaje de naga nadando sobre mi piel y reí; ella me había hecho entrar en el agua porque deseaba con todas sus fuerzas estar dentro de su reino.

Me preguntaba que tanto podía influir la creatura mitológica en mí, después de todo yo me había convertido en su portadora, pero no estaba segura de poder convertirme completamente en aquel ser que llevaba tatuado sobre la espalda, tal vez me costaría trabajo, pero quizá en aquel ambiente sería más fácil. Cerré mis ojos y respiré profundamente, visualicé la silueta de una naga en mi mente y después imaginé como me vería yo siendo una de ellas. De principio no sentí nada, únicamente el cosquilleo del tatuaje nadando en mi piel, pero después pude identificar algo más, los cosquilleos se concentraron en mis piernas, haciéndome abrir los ojos para mirar como mis extremidades habían adoptado un color verde azulado y la presencia de algunas diminutas escamas. Podía funcionar.

—Vamos —incité al espíritu de mi nueva compañera— quiero ver.

Sin embargo no pasó más, la naga volvió a mi espalda y los tintes verdes comenzaron a desaparecer, no sabía si la había molestado, pero algo me decía que era momento de volver arriba, así que tomé una profunda respiración y nadé al alcance de los buzos. Tarde aproximadamente cinco minutos subiendo, cinco minutos en los cuales tuve que comenzar a controlar mis respiraciones porque cada vez me resultaba más difícil conseguirlo. Cuando por fin uno de los buzos pudo alcanzarme yo le rogué por aire y él me extendió una mascarilla de la cual inhalé con ansias. El buzo me sujetó y ambos salimos a la superficie.

Me limpié el agua de la cara y tosí un par de veces antes de comenzar a reírme, chapoteé en el agua por unos segundos y miré con una enorme sonrisa a Anjay e Invierno quienes con una evidente cara de preocupación me habían visto salir del agua después de unos quince minutos de haber estado desaparecida.

—Nirali —dijo el buzo quien me había sacado, era Francis, quien me miraba con confusión en el rostro— ¿estás bien?

Asentí y me quedé pataleando a un lado de él para que no hundirme.

Amelie, quien era el otro buzo se acercó al yate y subió para luego tender una mano hacia mí, no quería salir del agua, en parte porque me había metido sin ropa y ahí había mucha gente a la que prefería no enseñarle mis cosas; y en parte porque de verdad no quería salirme del agua.

—¿Pueden traer una toalla primero? —dije encogiéndome de hombros y cruzando mis brazos como podía sobre mi pecho.

La chica asintió, no parecía muy feliz, posiblemente habrían esperado de mi una actitud más madura, cosa que me últimamente me resultaba complicado.

—Oh y si no les molesta, puedo salir yo sola...

Francis asintió y salió del agua, me quedé yo sola ahí flotando y esperé pacientemente a que la chica apareciera con una toalla. Los hermanos se quedaron ahí, no volteaban realmente hacia donde yo estaba, pero tampoco abandonaron la cubierta. Cuando salí del agua ellos por fin voltearon a verme, yo les sonreí con un poco de vergüenza y me encogí de hombros,

—Lo siento.

—Nos asustamos —dijo Invierno quien desde que había perdido sus poderes era más cálido conmigo.

—Desapareciste de la nada y cuando escuchamos el agua, bueno... creo que todos entramos un poco en pánico.

—Fue ella —contesté yo poniéndome de espaldas a ellos y bajándome la toalla hasta la cintura para que pudieran ver el tatuaje en mi espalda— simplemente sentí que necesitaba echarme en el agua y cuando lo hice ella se encargó de hacerme respirar ahí abajo —regresé la toalla a mi espalda alta y me giré para ver a dos hombres con cientos de cosas rondando por sus ojos, yo rodé los míos— ¿qué?

Anjay frunció los labios y negó, yo me sentí satisfecha, tal vez Amadahy seguía siendo su esposa, pero yo tenía una pequeña posibilidad en su mundo.

—Bueno, iré a cambiarme y después podemos prepararnos para ver a sus hermanos ¿les parece? Creo que ustedes y yo tenemos que charlar un poco antes de eso porque no quiero que nadie salga herido cuando estemos allá, especialmente ustedes, por lo que he escuchado los otros dos todavía conservan sus poderes.




Perdón que sea tan corto, intentaré seguir mañana.

Tempestad de primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora