Escudriñando las tinieblas [RWBY]

Capítulo Octavo

Jaune miro a Ruby.

Estaba metida en la cama, acurrucada dentro de las sabanas. Vestía un pijama con los mismos colores que su ropa de combate y su arma, primariamente negro con un poco de rojo. Dormía plácidamente, sin sospechar lo que iba a suceder.

La luna se filtraba por las puertas dobles del balcón, convirtiéndose su rostro en una máscara de luz y sombra.

Armándose de valor, se colocó a horcajadas sobre ella, le puso las manos en el cuello y apretó.

Eso hizo que se despertara abriendo los ojos de golpe. Estos no habían tenido tiempo para acostumbrarse a la oscuridad, así que no veía quien la atacaba. Solo era consciente del dolor que sentía en la garganta y que a este pasó iba a morir, sin siquiera saber porque.

Ruby lucho por su vida con uñas y dientes. Le golpeo en el pecho, le dio patadas, le mordió una mano. No funciono, el solo apretó con más fuerza, buscando acabar con esto lo antes posible.

Sus ojos se ensancharon cada vez más, parecía que se le iban a salir de las cuencas. Soltaba gemidos ahogados por el dolor y la falta de aire. Una cortina de sudor y lágrimas le cubría el rostro.

Se recordó que esto era necesario.

Quería que acabara la pesadilla, pero mientras ella estuviera viva, estaba condenado a repetirla, una y otra vez. El y solo él.

No estaba haciendo nada malo. Como mínimo, no era culpa suya.

Muere por mí.

La chica dejo de moverse.

Jaune no siguió estrangulándola, pero tampoco se apartó. Se quedó esperando pacientemente por si solo estaba fingiendo estar muerta. Cuando se convenció de que lo había logrado, capto un rápido movimiento y sintió algo contra el pecho.

Rosa Creciente. Al desplegarla, fue arrojado hacía atrás y cayó de la cama al suelo. El equipo RWBY utilizaba literas, y ella había escogido la de arriba, así que el impacto hizo el ruido suficiente para despertar a las demás.

Alguien encendió las luces. Le pillaron en el suelo, un poco desorientando, con Ruby cerniéndose sobre él y Rosa Creciente en las manos.

En sus ojos había algo peligroso. Antes los habría comparado con un fragmento de la luna, pero ahora parecían brillar como un puñal.

—¿Qué está pasando aquí?—dijo Yang.

—¿Por qué?—Ruby le pregunto, llorando silenciosamente. —Pensé que éramos amigos. ¿Por qué has intentado matarme?

Ante esas palabras, el resto del equipo echo mano a sus armas y se prepararon para hacer lo que fuera necesario para detenerle. Desconocían la razón de su ataque, pero, al contrario que Ruby, no necesitaban conocerla. Solo sabían que una amiga preciada estaba en peligro, y eso era más que suficiente.

—Aléjate de ella—dijo Yang, casi gritando.

Jaune se incorporó, se tambaleó hacía atrás. Miro las caras de desconfianza y rabia que le rodeaban.

—Jaune, dímelo—le pidió Ruby de nuevo—. Por favor, al menos cuéntame la razón.

El mantuvo su silencio.

Abrió la puerta del balcón y se lanzó a la noche, sin escuchar los gritos que le pedían que volviera, ni los que le decían que no podía escapar. Corrió y corrió y sus pies no se pararon hasta que ya no podía más, y cayó de rodillas.

No quería enfrentarse a ellas. Sobre todo no a Ruby.

Se le ocurrió una idea, y se echó a reír como un desquiciado. Podía enmendar su error. Hacer como si no hubiera pasado nada. Era muy sencillo, en realidad.