Tercera Parte

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El sonido del ligero golpeteo de unos nudillos en la puerta de su habitación despertaron a la rusa como si se tratase del golpeteo de un mazo contra una superficie metálica. Su cuerpo aún se tardaría unos segundos en reaccionar, ya se podía imaginar la intensidad de la resaca que tendría el resto del día después de todo el alcohol que había bebido apenas horas antes.

—Nat, es hora...

La dulce y delicada voz de Pepper no hizo que el hecho de ser despertada le molestara menos a Natasha, pero no iba a desquitar su mal humor por la resaca en su compañera, así que se limitó a gruñir sobre su almohada. Su cabeza dolió incluso con el sonido de su propio gruñido.

Romanoff dio vuelta sobre la cama, quedando recostada sobre su espalda—. Sí, estoy en eso —afirmó sin muchas ganas aún con los ojos cerrados.

Escuchó la puerta cerrarse y abrió sus ojos antes de volver a quedarse dormida, después se sentó sobre la cama e intento ahuyentar los rastros de sueño, aceptado su fracaso a los pocos segundos y poniéndose finalmente de pie con dificultad.

La pelirroja volvió a sentir el dolor en su costado con más intensidad que la noche anterior al iniciar la fiesta, lo que le hizo empezar a recordar lo echo la noche anterior en busca de una causa del dolor que antes comenzaba a ser bastante tolerable y que ahora se había intensificado.

No recordaba haber hecho mucho más allá de beber, exceptuando la intensa actividad física dentro de la camioneta de un chico del cual no recordaba ni siquiera haberle preguntado su nombre, pero recordaba bien los detalles de todo lo que hicieron.

Con el dolor en su cabeza con el simple hecho de existir, Natasha decidió no forzar a su cerebro más allá de las funciones físicas básicas y necesarias para darse una ducha, así que tomó una toalla y salió de su habitación arrastrando sus pies descalzos hacia el baño.

—Buenos días —saludó Pepper desde la cocina.

Romanoff estuvo a punto de responder, pero María, quien también parecía salir de su habitación en contra de su voluntad, se le adelantó.

—Siento como si mi cabeza fuera a explotar, no le veo lo bueno a eso.

—Te dije que esa última botella de tequila para todos era demasiado —respondió Wanda saliendo de uno de los baños.

—Valió completamente la pena —aseguró la pelinegra más que convencida—. Lo haría de nuevo... Solo que hoy no, necesito un poco de tiempo para recuperarme.

—Entonces es bueno que Hope haya traído los expresos por haber perdido la apuesta anoche —comentó Potts señalando los vasos de café sobre la barra.

—¿Hope perdió? —cuestionó Hill—. ¿Hay algo más que no recuerde de anoche?

—Con la cantidad de alcohol que debiste anoche; sí, posiblemente no recuerdes muchas cosas, pero hablaremos de eso después. Ahora, ve a darte un baño para que puedas ir a clases.

María hizo lo que parecía ser un puchero y comenzó a caminar hacia el baño, al igual que Romanoff, quien entró al mismo tiempo al otro baño.

Una vez dentro del pequeño cuarto de baño y completamente sola, la pelirroja se vio al espejo y recién notó que no se había cambiado de ropa después de llegar de la fiesta de bienvenida de Stark, parecía ser que solamente se había dejado caer sobre la cama y se había quedado dormida hasta que Pepper la despertó minutos antes.

Al quitarse la ropa también se percató de que el hematoma en su costado había adquirido un color más oscuro que el día anterior, se trataba de un tono entre morado y azul que llamaba mucho la atención, eso le hizo recordar la mirada de sorpresa del pelinegro la noche anterior al ver su torso desnudo. Ahora comprendía que, tal vez, esa mirada de sorpresa no fue por ver su llamativo tatuaje, sino que la sorpresa fue ver el gran hematoma en su piel.

S.H.I.E.L.D. UniversityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora