Decimocuarta Parte

119 15 4
                                    

Natasha prácticamente estuvo inconsciente la mayor parte del martes después de que la Doctora Cho atendiera las pequeñas heridas de los nudillos de su mano derecha y volviera a colocar los puntos que se abrieron del corte en la palma de su mano izquierda; los medicamentos para el dolor que la mujer le dio ayudaron mucho a su estado de inconsciencia.

El miércoles la rusa tuvo que volver a cumplir con su horario de clases y sus responsabilidades académicas; después de eso acompañó a las chicas en una de sus sesiones de estudio, sólo que esta vez optaron por hacerlo al aire libre debido al agradable clima templado de ese día, por lo que todas se encontraban en la mitad de las gradas del campo de fútbol mientras esperaban a que los chicos terminaran con su entrenamiento y todos pudieran ir a comer a algo.

A pesar de tratarse de una sesión de estudio en la que sus amigas simplemente se acompañaban en silencio para repasar apuntes y hacer tarea, o una oportunidad de ver como sus amigos recibían golpes por correr detrás de un balón, Romanoff se encontraba recostada un par de gradas arriba, utilizando su mochila como almohada y un libro que podría pertenecerle a Carol o a Wanda para cubrir su rostro de la luz del día.

No se trataba de la posición o el lugar más cómodo para tomar una siesta, Natasha sólo pretendía estar durmiendo cuando en realidad estaba escuchando música con sus audífonos a todo volumen.

Sin poder mirar o escuchar lo que pasa a su alrededor, la rusa tenía la guardia baja cuando algo golpeó el libro que estaba sobre su cara y, por ende, el golpe se transfirió a ella.

Romanoff se sentó de golpe, dejando caer el libro sobre su cara—. ¡Mierda! —exclamó quitándose uno de sus audífonos—. ¿Qué diablos te pasa? —preguntó tratando de ver a la persona frente a ella cuando la luz del sol detrás la cegaba un poco.

—Insultarme en ruso no funcionará —señaló Hill—, sabes que me parece sexi.

—A ver si te parece sexi cuando te estrangule mientras duermes.

—El amenazarme con algo que me gusta tampoco funcionará.

—Tal vez si pruebas con otro idioma —sugirió Darcy.

Natasha se lo pensó por unos segundos y finalmente hizo uso de su poco conocimiento en alemán para decir una frase de pocas palabras; sin embargo, apenas terminó, una bola de papel la golpeó en la cara.

—He escuchado eso de los socios de Tony en sus fiestas de negocios —declaró Pepper después de haber arrojado el pedazo de papel—; no sé lo que significa, pero estoy segura de que es algo sexual.

—Pude haberle preguntado la hora —argumentó la rusa al lanzar la bola de papel de regreso.

—No importa si le preguntó la hora o dijo algo sexual, ambas cosas son útiles —comentó Lewis levantando su libreta y tomando una pluma para escribir en ella—. ¿Podrías repetirlo?

El falso carraspeo de alguien en las escaleras a la derecha interrumpió el pequeño momento de juego de las chicas.

—Oh, cierto —mencionó Hill al ver al grupo de jóvenes y recordar porqué había despertado a la pelirroja—. Te buscan.

Natasha miró al pequeño grupo de seis, logrando identificar a cuatro de ellos: Karolina, la chica de la extraña iglesia que conoció dos días atrás gracias a Gao; la chica del cabello púrpura que las había unido a ese grupo contra el patriarcado que formó; Chase, el chico que la ayudó a sacar a Tony del club; y Alex, el chico que les había ayudado con las comunicaciones y las cámaras en su noche en el hospital abandonado.

—Dean —la rusa dijo el nombre de la rubia como saludo con una pequeña sonrisa.

—Hola... —saludó Karolina de regreso con un notorio nerviosismo—. ¿Podemos hablar en otro lugar?

S.H.I.E.L.D. UniversityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora