Decimoquinta Parte

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Sábado por la mañana, el reemplazo del viernes de noche de chicas que no se pudo llevar a cabo la noche anterior ya que la mayoría tenía trabajos que entregar, además de que Danvers y Rambeau tuvieron una carrera de atletismo por la tarde

Así que, eran casi las diez de la mañana y la mayoría de las chicas se encontraban en una cafetería de la ciudad para celebrar la victoria de dos de ellas en la carrera del día anterior y para hablar de todo de lo que suelen hablar sobre la semana en la noche de chicas.

—¡Muero de hambre! —se quejó Hill derrumbada de forma dramática sobre el respaldo de su silla—. ¿Podemos pedir de comer antes de que nos echen por sólo ocupar lugar y no comprar nada?

—No, estamos esperando a Nat —le recordó Pepper al darle otro vistazo a su teléfono en busca de una respuesta de la rusa—. Porque somos buenas amigas.

—Podemos ser buenas amigas mientras comemos —argumentó Darcy—. Además, en definitiva, seremos mejores personas, más comprensivas, si no tenemos hambre.

—Creí que habíamos acordado no mencionarlo —recordó Rambeau.

—Sí, no intentaremos hablar sobre eso —declaró Wanda—. Es mejor si ella se abre voluntariamente hacia nosotras y decide contarnos todo con lo que se sienta cómoda.

—Pero ya lo sabemos —señaló Hope—. Y ella sabe que sabemos.

—No lo sabemos todo, sólo conocemos los pocos detalles de algunos artículos de revistas de chismes y no estoy segura de que podamos confiar en todo lo que diga allí.

—Wanda tiene razón, los medios suelen exagerar e inventar cosas para generar ventas —apoyó Potts—. Quizá no es para tanto, tal vez nada de eso sea real y es por eso que no quiere hablar con nosotras sobre eso.

—O probablemente haya más de lo que los medios encontraron y no quiere que nadie lo sepa... —opinó Hill—. No volvió al apartamento anoche, de nuevo, y no ha respondido a nuestros mensajes en toda la mañana, ¿ya deberíamos de preocuparnos por ella?

Todas las chicas se quedaron en silencio y se miraron entre sí esperando a que alguna tomara la decisión, aunque ya se encontraban preocupadas de todos modos, la única diferencia era que ahora podrían exteriorizarlo entre ellas.

—¿Por qué no lo intentamos una vez más? —sugirió Laura, levantando su teléfono de la mesa, tratando de mantener la calma del grupo—. Le hablaré por videollamada, es más intrusivo y demuestra urgencia, así que habrá más posibilidades de que responda, ¿cierto? —añadió antes de presionar el botón en la pantalla táctil para iniciar la llamada.

El tono de espera se alargó por unos largos segundos, incluso más de un minuto y, justo cuando todas creían que en definitiva la rusa no iba a responder, la pantalla mostró una imagen borrosa por mover el teléfono demasiado rápido y luego se puso casi completamente en negro.

~¿Sí? ¿Quién es? ¿Qué quieres?

La voz grave de un hombre se hizo presente a través de los altavoces del teléfono de Laura, lo que sorprendió a todas, pero eso no detuvo a la castaña dueña del teléfono para seguir hablando e intentar conseguir respuestas.

—¿Nat? Cariño, es una videollamada.

Hubo una pausa que fue acompañada por un profundo gruñido de confusión y luego la cara de un joven de piel blanca, cabellera negra despeinada y una barba de dos días o tres apareció en toda la pantalla.

~¡Oye, hola...! ¿Quién eres?

El joven tenía la mitad de su rostro pegado aún a la almohada sobre la que había estado durmiendo antes, incluso pasó el torso de su mano por uno de sus ojos en un intento por terminar de despertar y tal vez reconocer a la persona con la que estaba hablando ahora.

S.H.I.E.L.D. UniversityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora