S.H.I.E.L.D. University

Decimotercera Parte

Natasha durmió durante la gran parte de la madrugada y la mañana del domingo con la ayuda de los efectos secundarios de las pastillas que había tomado para el dolor, después pasó la tarde explicándole a Iván sobre los hematomas en su cara y la herida en su mano, y al final del día volvió al apartamento en la universidad en donde pasó largas horas de la noche pensando mientras bebía a escondidas en su habitación completamente sola.

La mañana del lunes fue un poco más difícil, asistir a clases no estaba en su lista de prioridades en ese momento, pero lo hizo en un intento por mantener un poco de rutina y la comodidad que esta le podía causar, aunque no fuera demasiado o suficiente como para hacerla sentir más tranquila.

Se contactó con Madame Gao después de meditar mucho la situación y terminar decidiendo que lo mejor sería decirle a la mujer y a sus colegas lo que Yelena le había dicho porque, después de todo, eran ellos lo que estaban de su lado en todo ese desastre.

La respuesta que obtuvo la rusa fue una hora y una dirección específica; no conocía el lugar, pero al menos era después de su última clase del día. Esta vez optó por no mentir, sólo por omisión si es que se entraba en detalles, y les dijo a sus amigos que iría a trabajar con Gao, lo que seguramente les trajo muchas preguntas, pero, de ser así, no hicieron ninguna en ese momento.

Después de eso, su almuerzo fue interrumpido por una chica de cabello púrpura que les dijo un largo discurso feminista de algunos minutos sólo para concluir con el hecho de que abriría un club llamado "Abajo el Patriarcado" y se encontraba reuniendo miembros; el concepto era bueno, le agradó la idea casi tanto como a Hill, quien casi de inmediato se encontraba dando su nombre y su teléfono para ser integrada al grupo de chat y, como consecuencia, también brindó los datos de todas las demás sin molestarse en preguntarles antes, aunque eso no representó problema alguno para ninguna de ellas.

Así que, en resumen, eso era lo que había llevado durante el día a Romanoff a aparcar su auto en el estacionamiento de un edificio en su mayoría blanco y lleno de grandes ventanas que dejaban ver su interior decorado con el mismo blanco impecable; además, al caminar y acercarse todavía más al lugar, se percató de que las personas que rondaban por ahí estaban vestidas con prendas blancas, grises o con colores en tonos claros y frescos como si hubiera una especie de regla de vestimenta.

—Parece que he elegido el mejor día para vestir completamente de negro —murmuró Natasha para sí misma a la vez que le daba un rápido vistazo a su atuendo que había elegido esa mañana sin pensarlo demasiado—. Perfecto para pasar desapercibida.

Sabiendo que no podría hacer nada para cambiar su ropa en ese momento, aun si eso fuera lo que quisiera, la rusa simplemente continuó caminando mientras buscaba a Madame Gao con su mirada entre todas las personas que también caminaban por ahí antes de comenzar a considerar entrar al edificio.

Durante su pequeña misión de reconocimiento, la pelirroja se percató de la presencia de lo que parecían ser cámaras de televisión o de algún tipo de medio de comunicación grabando o entrevistando a una rubia en una de las entradas del edificio, lo que la hizo desechar la idea de entrar y decidió caminar hasta el pequeño jardín justo a un lado en un intento por no llamar demasiado la atención mientras le envía un mensaje a Gao informándole que ya se encontraba en el lugar y preguntándole en dónde se supone que se vería con exactitud.

No hubo una respuesta inmediata, pasaron algunos largos minutos y su teléfono no recibía ninguna llamada o mensaje, lo que empezó a inquietar a Natasha y eso hizo que su primera acción fuera buscar los cigarrillos en el bolsillo de su chaqueta.

Era un mal hábito, ella lo sabía bien, pero no era algo que estuviera planeando dejar y, de hecho, se sorprendería incluso a ella misma si algún día decidiera hacerlo.