Sé que...

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Sé perfectamente bien, que tú, Emma, estarás bien.

Ya no me necesitas más, pues es Norman quien ahora estará a tu lado. Es él quien caminará a tu lado, y será él, en quien puedas apoyarte cuando todo se torne oscuro y sin luz.

Yo cumplí con lo que debía hacer. Protegerte, apoyarte, ser ese alguien en quien pudieses confiar y ese alguien que te aliente a seguir y no rendirte.

Me siento feliz de que finalmente, puedas avanzar. Que puedas cumplir todo lo que te propones y no rendirte.

Finalmente, siento que he hecho algo bien.

Y ahora puedo sonreír y desearte toda la felicidad del mundo, Emma.

Sé que harás un futuro del cual estés orgullosa. Sé que lo lograrás.

Y yo, solamente puedo sonreír y desearte lo mejor.

Gracias por dejarme estar a tu lado. Gracias por salvarme.

Gracias por todo.

Nos vemos, Emma.

...

Dobló la carta nuevamente, guardándola entre sus ropas, mientras estaba sentada en una banca del mundo humano, en soledad; miraba al cielo, observando las hojas de otoño danzar en el aire.

Algo que siempre le entretenía. Sin importar el paso de los años.

Se podría decir que vivió sus mejores años feliz en compañía de su familia. Es verdad, se casó con Norman y tuvieron hijos.

Sin embargo, siempre en su corazón habría algo que haría falta. Algo que no parecía ser llenado con nada.

Porque efectivamente, no podía ser llenado por nada ni nadie, ni siquiera Norman logró hacerlo.

Amaba a su esposo, familia, hijos y nietos pero... Ella también amó a Ray. Y es ese vacío el cuál jamás se va a llenar.

No la amarga, pero de vez en cuando, la pone triste. Y cuando le preguntan, ella solamente sonríe y no dice nada.

Esto es suyo y de nadie más. No permitirá que nadie cargue o sepa por quién sufre, al igual que, no dejará que nadie sepa de la existencia de esta carta que siempre carga consigo como una mantra.

Suspira, mientras una débil sonrisa aparece en sus labios.

— ¿No deberías estar con tu familia, Emma? — voltea a verlo sin expresión de sorpresa, y solamente se limita a sonreír. Pues es Ray con quién habla. Ella frunce el ceño y bufa. — Dime algo y no te me quedes viendo con esa sonrisa, tonta.

Ella se ríe, haciéndolo suspirar y al final, sonreír también.

Emma nunca va a cambiar, sin importar que este llena de arrugas y su cabello naranja se torne lentamente en gris.

— Sabes que me gusta estar contigo, Ray. Y que tú sola presencia me hace sonreír.

Ray siente que se le calienta un poco las mejillas, y aparta ligeramente la vista al frente.

— ¿Cómo puedes decir eso si estás casada con Norman? En serio que no te entiendo.

— Bueno, pues para mí sigue siendo un misterio de cómo es que yo sólo te puedo ver... Además, ¿Cómo es que un fantasma se sonroja?

Ray la mira mal, pues es consciente de que no puede tocarla. No porque no quiera, sino que, es imposible en su estado.

Y eso a veces le duele, pero prefiere no decirlo. Aunque es consciente que Emma lo sabe.

Tiempo contigo  [Ray/Emma]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora