CAPÍTULO 6 - LA FURIA DEL RÍO

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Abrió sus ojos sintiéndose muy aturdida. ¿Qué había pasado? Sus pies no encontraban una superficie para pararse, sus brazos nada a qué aferrarse, no podía ver y sólo escuchaba la rudeza del agua a su alrededor arrastrando su cuerpo y sobre todo no le era posible respirar. Comenzó a patalear con fuerza y a impulsarse con sus brazos hasta que logró ver un poco de la luz de la luna reflejada en el río indicando una salida. Finalmente sacó su cabeza a la superficie exhalando sonora y profundamente sin embargo, la fuerza del río volvió a hundirla de forma inmediata. Miró a su alrededor, la noche hacía imposible ver debajo del agua. Entonces la consciencia se hizo paso en su mente. «Caímos» - se recordó a si misma de la situación y nuevamente se impulso hacia arriba aleteando con sus brazos como si tratara de aferrarse a un objeto imaginario.

Sarada miró a su alrededor mientras luchaba por mantenerse a flote. Logró localizar a Yozura, el anciano se aferraba con debilidad a un tronco que seguía arrastrándolo, sin demorar, Sarada comenzó a nadar hacia él recobrando control de su cuerpo.

-¡Yozura san! – Exclamó cuando estuvo cerca de él

-Pequeña... - Contestó Yozura con debilidad.

Sarada se aferro al tronco y sostuvo al hombre mientras buscaba la orilla más cercana, una vez que la encontró tomó con fuerza el cuerpo de Yozura comenzó a dar grandes brazadas mientras se acercaba a la orilla con dificultad.

Abrió sus ojos azules. Casi no era consciente de lo que pasaba a su alrededor. ¿Cómo había terminado ahí? Su cuerpo sumergido en agua era arrastrado por la corriente, de pronto logró salir a la superficie y comenzó a respirar con ansia el aire que hacía falta en su interior. Movió sus brazos con rapidez tratando de aferrarse a lo que fuera sin embargo la corriente lo tenía atrapado y lo sumergía sin piedad, trató de aclarar su mente, sintiendo su cuerpo irse sin poder hacer algo cuando un fuerte golpe le arrancó un grito ahogad por el agua.

Se impactó contra una roca y su espalda recibió el golpe sacando el aire de su cuerpo, hizo un intento por reponerse pero su cuerpo no respondió y todo comenzó a oscurecerse a su alrededor.

Sarada logró alcanzar la orilla junto con Yozura, ambos se dejaron caer sobre la tierra respirando pesadamente tratando de volver a la normalidad cuando el corazón de Sarada dio un brinco violento. - ¡Boruto! – Pensó. Inmediatamente giro hacia el río y busco con su mirada al chico cuando logró divisar su rubia cabellera asomándose del agua y perdiéndose en esta repetidamente.

-¡Boruto! – Gritó mientras se ponía de pie y corría de regreso al río.

-¡No, pequeña! – Dijo Yozura sujetándola con fuerza del brazo – Es muy peligroso, no vayas...

Sarada lo observó con preocupación por unos cuantos segundos, regresó su vista a la cabellera rubia del joven Uzumaki y miró de nuevo al anciano.

-Yo nunca abandonaré a Boruto.

El hombre la miró impresionado y la soltó. Sin tiempo que perder Sarada saltó de nuevo al agua, comenzó a ser arrastrada de nuevo pero movió sus brazos y piernas para dirigirse a su compañero. Después de un momento logró alcanzarlo, su preocupación aumento al notar que Boruto estaba inconsciente, se aferro con fuerza a él abrazándolo por la espalda y dejando que su cabeza descansara sobre su hombro para mantenerlo fuera del agua. Sus cuerpos fueron arrastrados hasta que logró sostenerse a una roca cercana. Se impulsó de esta para salir de la corriente y comenzó a nadar de regreso a la orilla mientras sostenía a Boruto con fuerza. Yozura se acercó a ella y los ayudó a salir del agua.

Recostó a Boruto y al notar que no respiraba el pánico comenzó a crecer en su interior sin embargo, recordó algunas enseñanzas que su madre le había dado.

-¡Oh Dios... no está respirando! – Dijo Yozura alterado.

Controlándose a sí misma, Sarada se arrodilló frente a Boruto, colocó sus manos sobre la boca de su estómago y presiono cinco veces con fuerza, después levantar su barbilla, abrió su boca y pegó la suya a la de Boruto transmitiendo aire al cuerpo del chico. Repitió el acto 3 veces hasta que Boruto finalmente comenzó a toser sacando el agua de su cuerpo y volviendo en sí.

-¡Boruto, Boruto! – Lo llamo la chica mirándolo con preocupación.

-...Sarada – Dijo al verla - ¿Qué pasó? 

-Pequeño, que alegría – Dijo Yozura al verlo incorporarse. 

-¿Qué ocurrió? – Preguntó aturdido a lo que Sarada bajó su mirada apenada.

 -Yo...fue culpa mía que cayéramos al río... - Admitió.

- ¿Eh?... ¡Ah, Sarada, tu... nos empujaste! – Exclamó Boruto sorprendido - ¿Porqué?

-Había una trampa de Shurikens.

-Yo podría haberlos repelido 

-¡Lo sé! Es sólo que... estaban envenenados.

 -¿Eh?

-Si uno de ellos se hubiera impactado en ti... o en Yozura...

Boruto suavizó su rostro y miró a Sarada un tanto sorprendido.

-Así que... nos protegiste pequeña – Habló Yozura haciendo que Sarada se sonrojara.

 -...¡Bien! Será mejor que tratemos de encontrar a los demás – Dijo Boruto.

-Deben... deben haber seguido el camino buscando un punto donde encontrarnos – Dijo Sarada.

-Entonces, haremos lo mismo – Contestó Boruto señalando un camino. Inmediatamente los tres comenzaron a caminar.

No habían avanzado mucho cuando repentinamente Sarada sintió que todo daba vueltas a su alrededor y su cuerpo no le respondía. Sintió su vista nublarse por un momento y cuando intentó dar un paso más, su cuerpo se desplomo.

-¿Qué pasa, Sarada? – Preguntó Boruto al notar que la chica se retrasaba, giró para

mirarla justo cuando ella caía al suelo. - ¡Sarada! – Corrió hacia ella y logró detener su caída a tiempo para que no se golpeara y se arrodillo sosteniéndola en sus brazos - ¡Sarada, oye...! ¿Qué ocurre, Sarada?

Sarada cerraba sus ojos y hacía una mueca de dolor, abrió un poco sus ojos y observo al chico que la miraba con preocupación.

-Boruto... - Dijo con debilidad para después cerrar sus ojos nuevamente con fuerza y dejar salir un gemido de dolor. 

-¡Sarada! – Exclamó Boruto aferrándose a ella, sin embargo la joven Uchiha perdió la  consciencia.

 -Mira su brazo – Señalo Yozura.

Boruto miró el brazo de Sarada y se sorprendió al ver un gran corte en él. No sangraba, seguramente el agua del río lo había limpiado haciéndolo pasar desapercibido.

-¡El veneno! – Exclamó al recordar los shurikens envenenados. 

-¡Debemos hacer algo! – Dijo Yozura con preocupación. Boruto miró a su alrededor y descubrió una cueva cercana. 

-¡Sígame! – Le dijo al anciano mientras se ponía de pie llevando a Sarada en sus brazos.

Al llegar a la cueva, se quitó su chaqueta y la uso para recargar la cabeza de Sarada mientras la recostaba con delicadeza.

-Cuide de ella, no tardaré – Dijo para después salir corriendo de la cueva.

 -¡Boruto! – Dijo Yozura sin embargo, Boruto ya se había marchado. 

 

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