CAPÍTULO 7 - "DIFERENTES FORMAS DE AMOR"

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Boruto corrió fuera de la cueva y se adentró de nuevo en el bosque buscando alguna hierva que ayudara a Sarada. Sabía bien lo que debía encontrar, por suerte había prestado atención en esa clase de Shino sensei y por un momento los consejos de plantas medicinales de Inojin Yamanaka ya no le parecieron tan aburridos. Corrió alrededor de los árboles, brincó troncos y arbustos y miraba a su alrededor tratando de encontrar algo que le fuera útil aunque la oscuridad lo complicaba un poco.

Mientras tanto Yozura se encargaba de cuidar a Sarada. Se encontraba sentado frente a ella observándola. La joven Uchiha mantenía una mueca de dolor en su rostro y respiraba pesadamente.

-Aguanta pequeña Sarada, Boruto no tardará en volver - Yozura estiró su brazo y acarició su frente en un gesto cariñoso, al hacerlo, notó que la chica estaba ardiendo – Tiene fiebre...

Tomo del bolso que colgaba en su hombro una cantimplora y un pañuelo, este aun estaba húmedo por el río pero lo mojó de nuevo y lo puso sobre la frente de Sarada. – Esto te hara sentir mejor.

Después de unos momentos, Boruto regresó, entró corriendo a la cueva con hiervas en sus brazos.

-He vuelto, Yozura – Dijo anunciándose - ¿Cómo está Sarada? 

-Tiene fiebre... pero el pañuelo le ayudará. ¿A dónde fuiste? 

-A conseguir algo que ayudara a Sarada. – Dicho esto Boruto tomó las hierbas y con una piedra comenzó a molerlas.

-Yo... iré por leña para una fogata – Dijo Yozura.

-¡Oh, espere Yozura! ... yo me encargaré – Se apresuró Boruto.

-¡Oh, vamos muchacho! Tu debes encargarte de la herida de la pequeña Sarada, yo iré por leña, soy viejo pero aun soy capaz – Contestó Yozura con una sonrisa.

El hombre salió de la cueva mientras Boruto trabajaba en un ungüento para la herida de Sarada, debía agradecer que se trataba de una cortada, si los shurikens se hubieran clavado en su cuerpo... desvió su vista hacia Sarada.

-Aguanta un poco más, Sarada – Susurró.

Momentos después, ante ellos ardía un cálido fuego con la leña que Yozura había llevado. Boruto había puesto las hiervas sobre la herida de Sarada y lo vendó con ayuda de Yozura. Sus ropas se habían secado gracias al calor de la fogata. Avanzada la noche, el cuerpo cansado de Yozura se rindió y cayó profundamente dormido, mientras que Boruto continuaba sentado junto a Sarada, despierto, cuidando de ella.

El joven Uzumaki la observaba, el fuego iluminaba su rostro, el cual ya había perdido aquella mueca de dolor. El remedio de Boruto había hecho efecto. Se estiro y retiro de su frente el pañuelo, lo mojo nuevamente con el agua de la cantimplora, lo exprimió y volvió a colocarlo en la frente de Sarada. De pronto, sin que pudiera contenerse, dejó salir un estornudo.

El sonido despertó a Yozura quien abrió sus ojos y los poso en Boruto. Se sorprendió al verlo aun sentado en la misma posición en que lo había visto antes de dormir.

-Boruto – Lo llamó haciendo que lo mirara - ¿Acaso no piensas dormir?

-Hum... bueno... yo... - Musito Boruto para después regresar su vista a Sarada.

Ante la media respuesta del chico, Yozura sonrió ligeramente y un gesto comprensivo apareció en su rostro mientras se incorporaba.

-¿Cómo está? – Preguntó.

-Está mejor, estoy seguro que por la mañana se sentirá bien. 

-Tuviste una gran idea para contrarrestar el veneno. 

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