No era real.

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Como tantas mañanas, a penas despertaba, el magizoólogo buscaba con su mano el cuerpo recostado a su lado. 

La encontró de inmediato, para su suerte ella aún no se levantaba. Apretó el cuerpo delgado de su mujer y la acercó hasta él, besando con suavidad el cuello de la bruja, extrañamente despejado, pues, la mayoría de las veces se encontraba con la melena de Tina en todo su esplendor.

Parece tener el cabello más corto de lo normal, quizá se lo tomó.  Pensó con tranquilidad, mientras le besaba el hombro. 

La bruja al fin parecía reaccionar con los tratos ajenos, al sentir los besos en el hombro, un suspiro de agrado salió de sus labios.  Con suavidad para no romper su abrazo, se volteó en la cama y quedó frente al mago, que tenía los ojos cerrados de la flojera, mientras la abrazaba casi con posesión. 

Ella pasó su mano por entre medio de sus cuerpos y comenzó a acariciar con mimo el rostro de su novio.

Él sintió que la bruja se acercaba para besarlo, así que decidió abrir los ojos y poder observar lo linda que era.

Se llevó una gran sorpresa.

—¿¡QUEENIE!?   –gritó sorprendido, dando un brinco en la cama, trastabilló y dió en el suelo. 

La rubia se sentó en la cama, claramente preocupada. 

—Sí, soy yo. ¿Quien más sería, corazón? 

—¿Corazón?, ¿que dices? 

—Bueno, entonces cariño, querido, como más te guste.  ¿Te sientes bien?.

—Nada de eso, Queenie.  –se levantó y fue hasta la puerta de la habitación, abriendola de golpe, miró por el pasillo, esa no era su casa. 

—Cariño, ¿que tienes?.  –inquirió mientras caminaba tras de él y ponía sus manos en su espalda. 

Sorprendido aún más, se volvió hasta ella y se separó de manera inmediata. Esto tenía que ser una broma.

¡Eso es!, día de los inocentes tal vez.  Pensaba a mil por segundo.

—Bien, Queenie, ¿donde está Tina? –inquirió con un rostro más suave.

—Con el señor Graves en el trabajo o aún en casa, no lo sé amor, ambos son madrugadores. ¿Porqué?  

—¿Aún en casa?, ¿el señor Graves?, ¡Oh vamos!, la broma fue buena hasta ahora. 

—No sé de que hablas, te he dicho que no trabajes hasta tan tarde la falta de sueño hace mal.  Iré a preparar el desayuno, toma una ducha y te veo abajo, ¿sí?.  –antes de que el confundido magizoólogo pudiera esquivarla, ella le había plantado un piquito en los labios.  

Newt quedó de una sola pieza, frío como piedra.  ¿Que demonios estaba ocurriendo?.

Cerró la puerta de la habitación y se puso a dar vueltas de allá para acá, tocando todas las cosas a su paso para ver si aquello era real.

Si no era broma, si no era sueño, si no era una ilusión... ¿estaba saliendo con Queenie?, esperen, porque solo estamos saliendo, ¿verdad?, aquel pensamiento le hizo doler el estómago, no podía ser esposo de la hermana menor de su esposa, ¡que barbaridad!.  

—Vamos, ¿que está pasando?  –se sentó en la cama, mirando la mesa de noche. Tomó su varita y lanzó un tonto hechizo al sofá de la habitación, todo era normal– ¡Merlín, si es verdad mi esposa está en los brazos de ese tipo!... Debo arreglarlo. 

Con seguridad corrió hasta, lo que él creía que podía ser el clóset, al abrirlo pudo ver algunos vestidos e incluso prendas de dormir algo reveladoras.

One Shot Fantastic Beast. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora