Inauguración.

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La bruja se paseaba por toda la gran casa, claramente por ser nueva no había mucho que hacer. 

Su varita subía y bajaba e iba de allá para acá, limpiando el desorden de aquella espaciosa sala, pues, era lo único fuera de lugar.

Echó un vistazo a la cocina, le parecía raro, no se escuchaba ningún ruido y antes de salir de ahí, su esposo e hijo se habían quedado haciendo un lío.  

Mientras volvía, de camino a la cocina, iba recogiendo los juguetes, peluches y libros de cuento esparcidos por todo el piso.  

—Newt, ¿por qué están tan callados? ... —de pronto ella recordó que todo el tiempo que se estuvo encargando de el pastel que su hermana Queenie le había enseñado a preparar, Newt y su hijo intentaban a toda costa comerse el chocolate y la crema— No creo que estén...

Al entrar en la cocina pudo ver al magizoólogo con su pequeño Sinclair en los brazos, metiendo sus dedos a la fuente donde ella estaba derritiendo pedazos de chocolate para bañar unas galletas. 

—¡Ups! —Newt lucia un chistoso bigote de chocolate. 

—Newt y Sinclair Scamander, alejen ahora sus manos del chocolate.  —exclamó Tina, acercándose hasta ellos.

Un gritito de sorpresa combinado con una risa tierna de Sinclair hizo sonreír bastante a su padre, hasta que el bebé le manchó la cara con sus pequeñitas manos y le desarmó el bigote que Tina pensaba limpiarle a besos. 

—¡Pff!... —la bruja aguantó la risa mientras le agarraba las manos a su hijo y se las limpiaba— ¿Lo ves?. —intentó parecer seria— Por hacer cosas a mis espaldas es que terminan todos sucios. 

—Tú no nos dejabas comer ni un poquito, querida, nos vimos obligados a desobedecer tus reglas. 

—Ah pues, que buen ejemplo para nuestro hijo, señor Scamander. 

Ambos se miraron por un momento y de pronto, al mismo tiempo, sonrieron, Newt se acercó un poquito, aún con Sinclair en brazos y le depositó un suave beso en los labios a su esposa Tina. 

—Mamá... Papá...

La vocecita suave y cargada de ternura de su hijo los hizo separarse. 

Newt besó la mejilla derecha de su hijo y Tina la izquierda, apretandolo suavemente.  Sinclair solo rió cómicamente. 

—Creo que hay que bañarlo de nuevo, ¿que dices?.  —inquirió el mago, mientras miraba la carita manchada de su hijo. 

—Digo que ya estoy cansada y aún me queda mucho por hacer, así que lo limpiaremos con la varita y a la noche le daremos un buen baño. ¿Te parece, corazón?.  —la morena se acercó hasta ellos luego de enjuagar el paño en el agua, tomó a su bebé y le besó la frente, haciéndole mimos. 

—Sí, me parece.  —agregó Newt, terminando de limpiarse el rostro. 

—No te dije a tí.  —espetó divertida, mientras alzaba a su hijo en brazos y le dedicaba una sonrisa a su esposo.

La familia Scamander había planeado aquel día hace ya una semana, estaban emocionados de recibir a toda la demás familia en su casa nueva, en Dorset. 

Tina se la había pasado hostigando a Queenie y Jacob para que le dieron buenas recetas y así preparar varias cosas deliciosas de su propia mano, sin necesidad de magia... o bueno, al menos no de mucha. 

Y Newt le preguntó a su papá que hacía un buen anfitrión, como era de costumbre, cada cosa que involucraba a Tina y a su hijo, el magizoólogo se esforzaba por hacerlo bien.  No quería decepcionarlos.

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