Capítulo 8 |Lluvia De Otoño|

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Dejo que el frío del suelo, recorra la planta de mis pies por cada paso que daba. Suspiro, quito el seguro abriendo la puerta con sumo cuidado. Estaba algo paranoica el último tiempo. Ante mis ojos se materializa la figura de una chica caucásica, cabello negro y ojos oscuros. ¡No puede ser! estaba aquí.

...

—¡Cassandra! —Saluda con entusiasmo, rodeándome con sus brazos, en un abrazo cálido y lleno de cariño. A pesar de que no éramos familia directa, la quería como si lo fuera, y estoy segura de que ella pensaba lo mismo que yo.

La observo con detenimiento, hace tanto no la veía, desde que era una adolescente, pues ella no había asistido al entierro de mis padres, debido a unos trabajos en la NSA de suma urgencia. Pese a esto no la había podido ver hasta ahora, estaba tan hermosa. Con su cabellera negra y lacia, sus ojos igualmente negros y una resplandeciente sonrisa que la caracterizaba.

—Lissette Winter, tanto tiempo sin verte en persona. —Hago una perceptible sonrisa en mis labios, ella asiente mirando el interior de la casa y luego tras ella.

—La misma que viste y calza Cassandra. No te veo desde que tienes diez años, hace ya nueve años, que rápido pasa el tiempo. —Comenta acariciando mi mejilla.

—Lo mismo digo. —Siento el contacto de su piel con la mía, en una cálida caricia. —Evangeline... Ella vino conmigo, y sus hijos, aparte de Esteban. —Comenta, señalando el auto aparcado fuera de la casa.

Mi respiración se acelera de un momento a otro, mirándola a los ojos. Ella estaba aquí, junto a sus hijos y su esposo. Muerdo mi labio soltando un leve suspiro.

—Espero no te molestes que los haya traído, pero como te mencioné veníamos a un viaje hacia Roma. —asiento en mi lugar, haciendo un espacio para que entre.

—Tranquila. —Mascullo por lo bajo. Sin apartar la mirada del auto. —Sólo no le digas nada a ellos sobre las cartas.

—No les dije nada, sólo mencioné que quería venir a verte. —Guiña su ojo tocándome el hombro para terminar de pasar a la casa.

Suelto un suspiro de alivio, llevando mi mirada hasta el auto, divisando a Evangeline Winter y sus dos adorados hijos. Coraline y Dan. Ahora con diez años y medio. Tras ello venía un hombre alto, con una barba en su rostro, dejándolo ver mayor. Traía un bolso mediado, donde supongo había ropa. No sabía cuánto tiempo se iban a quedar, pero estaba segura de que no me importaría. En este punto de mi vida lo que necesitaba ahora era compañía para no volverme loca. Tonio no era una opción, después de lo que había pasado con Selena y una ardua investigación de quien la pudo haber matado de tal manera, él ya no me había vuelto a hablar, si quiera a verme en la universidad, dejándome extrañada. ¿Acaso pensaba que yo era la culpable de la muerte de mi mejor amiga?

Era absurdo, en mi mente se formaban varias teorías y posibilidades de lo que pudo haber pasado, más no llegaba nunca a una conclusión factible. Mi mente quería culpar a Matías, de que él la había matado, pero no fue así. Creía, aunque sonara loco, en sus palabras.

—Cassy... —Vuelvo mi mirada hasta la voz de Evangeline, mi madrina, la cual se encontraba a mi frente, con una perceptible sonrisa, acaricia su mejilla con ternura, gesto que su hermana había hecho minutos atrás.

—Madrina. —pronuncio bajo, apartando la mirada de ella, más me lo impide.

—¿Estas durmiendo bien? —Me examina con la mirada, estaba segura de que había notado mis notables ojeras bajo mis ojos. Muerdo mi labio inferior, soltando un largo suspiro lleno de frustración, no le podía mentir.

—Conseguí un empleo después de clases, debía hacerlo para mantenernos.

—¿A qué hora llegas a casa?

Mi Fuerza, Mi Debilidad♥© (#6) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora