—No puedes ser tú —Reborn se había quedado esperando, parado en una intersección cercana al inmueble de dos pisos que recitaba un rótulo de guardería—. No puede —chasqueó la lengua.
—¿Por qué? —la sorpresa en esa mirada era tal que fue un poco cómico.
—Eres... la niñera de estos... mocosos.
—Por favor —aquel castaño suplicó en pánico mientras volteaba para mirar si su compañera salía de su turno también—. Le pido, por favor —suspiró antes de rascarse la nuca—. No lo diga en voz alta.
—Sólo... —torció una sonrisa maliciosa, porque iba a aprovecharse de la situación—. Sólo si me dices tu nombre y aceptas una bebida.
—Sí, sí —el castaño agitó sus manos antes de voltear una vez más hacia su zona de trabajo—. Solo deme unos minutos.
—No me iré si no es contigo —aclaró.
—Hay una cafetería a una cuadra —dijo asustado—, lo veré allí en diez minutos. Solo... déjeme despistar a mi compañera.
—¿Y cómo sé que no huirás?
—Porque de usted depende mi reputación —habló con seriedad.
La satisfacción que Reborn sintió cuando vio al castaño sentarse frente a sí, superó con creses su frustración guardada por días, porque su lado omega se volvió sumiso y su estrés desapareció con la primera mirada tímida de aquel castaño. Joder. No sabía si estar feliz o enfadado porque sus fantasías fueron destrozadas al notar los nervios, la timidez y duda de quién explicaba la razón de su trabajo en la guardería y su labor oculta en el otro distrito durante tres días.
Era obvio: el dinero.
Era un chico cualquiera, normal, típico, de esos que olvidas con facilidad..., pero ocultaba aquella parte que usaba en la cafetería exclusiva. Era un angelito que ocultaba un demonio interno. Era dos personas en una, porque así lo quiso el destino y la necesidad. Era solo un chico de veinte años que tenía que mantener a una familia de cinco, tres hermanos menores, su madre y a sí mismo. Era... Era la más dulce criatura que sus ojos apreciaron.
—Por favor, se lo suplico —agitó sus temblorosas manos—. No... No me busque —jadeó—. Olvide que existo.
—No.
—¿Por qué cree que trabajo en otro distrito? —sus dedos temblaban al tocar la mesa—. ¿Usted cree que me dejarían cuidar niños si se enteran de mi trabajo a medio tiempo a dos horas de aquí?
—No.
—Por favor —suspiró antes de cubrirse el rostro por unos segundos—. Mi trabajo aquí es mi vida —se mordió el labio inferior—. No la arruine —susurró, pero Reborn reconoció en esas últimas tres palabras una amenaza.
—¿Tan desesperado estás porque oculte ese lado tuyo?
—Sí.
—¿Qué estás dispuesto a darme a cambio de silencio? —estaba disfrutando de cada expresión que el chico pudiera darle.
—Se suponía que esto no iba a pasar —Tsunayoshi cerró sus ojos antes de apretar los labios—. Estaba protegido por el dueño... y ahora está usted aquí.
—Dime —ignoró el alterado estado del castaño, porque priorizaba sus propios deseos egoístas, siempre fue así—, ¿qué me darás por mi silencio?
—Que... ¿Qué quiere? —se atrevió a preguntar.
—Tu cuerpo —sonrió al ver el pánico en el chico—, y tu alma.
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Delicioso aroma
FanfictionSu amigo quería darle una sorpresa, Reborn desconfiaba de eso y aun así le siguió el juego. Lamentablemente, lo que quiso terminara con un golpe hacia su fiel amigo, concluyó en su fascinación por un par de ojos cautivadores. R27Week2019 Día 2: Café.