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¿Por qué sonríes? ¿No te haz percatado que estás viendo a la muerte? Nunca sonreíste, no quisiste hacerlo, en la agonía recuerdas el amor que alguna vez te arrebataron con el pasar del tiempo, pero que joven y frágil eras, muchacha de bellos cabellos, ríos oscuros como tú corazón devastado, querías ser amada y profesar ese mismo amor a alguien, sin obtener gran hallazgo te diste por vencida, recordando los buenos momentos que sembró tu madre en ti, aquellos tan dulces como el néctar natural, tan brillantes que opaca a los demás días de tú vida, esos que te hicieron preguntarte si la vida era realmente buena, y por consiguiente deseaste aquello a lo que estás destinada, a morir en agonía, en soledad prevista desde el momento en que dejaste de amar con sinceridad, ya no había nada más, no lo encontrabas, el vacío rondo en tu alma como hoyo negro en el espacio, al final habías escrito de memoria tu propia historia, morir descubriendo que la felicidad se encuentra más halla de la vida, conseguiste reunirte con tu amada muerte, tú deseado final, el que tanto pediste por adelantado, y estás ahora aquí, en frente mío rogando ser devorada para acabar con tus años restantes, otra vez pidiéndome que esté a tu lado, mirándome con esos ojos vivos enardecidos por probar la muerte, dulce y renovadora, la cual tú crees promete ser un puente por donde cruces y veas otra vez a tu extrañada madre, pero haz de esperar, pues el momento no es todavía el adecuado, por qué el tiempo manda sobre mí, y tú no puedes cambiarlo, más ese rostro frío que no ha solicitado felicidad desde la época que eras niña, por primera vez, muestra su cara esperanzada en que la recoja, pronto, muy pronto, lo aseguro, vendré por ti, a darte la vida que aún no haz muerto.

LIBERTAWhere stories live. Discover now