El secreto de Emma

Capitulo IV

Me desperté con un dolor en el dedo índice de la mano derecha, algo me estaba mordiendo. Levante las sabanas bruscamente y encontré a mi pequeño dragón mordiéndome el dedo, al darse cuanta de que había despertado libero mi dedo de su mandíbula, era raro pero todavía no le había puesto ningún nombre. Me miro con sus profundos ojos negros y me acaricio la mano con su cabeza, él se había convertido en mi pequeño despertador portátil. Me despertaba todos los días de la semana a las ocho para alcanzar a ducharme, vestirme, tomar desayuno, recoger mis cosas y partir a clase, tenia la suerte de que mi clase más temprana era a las nueve, en cambio Tere con las gemelas tenían a las ocho los miércoles como hoy y los jueves.

  Ya había pasado dos semanas desde que había llegado al colegio y me habían ocurrido más cosas que en todo lo que llevaba de vida en esta semana que en todos los demás años. Había conocido a las gemelas, a Diego, a Luciana, a Ester, mi nueva compañera de puesto en pócima, ya que con Edmund no podía estar por su antipatía conmigo, Diego trato de hablar con él para saber por qué era tan antipático conmigo y lo único que saco en limpio fue que me odiaba y que no soportaba  hablar con nadie del tema, ni siquiera con Diego, su mejor amigo. Fui aceptada en un club muy prestigioso en el colegio, lastima que nadie podía saber que yo pertenecía. Y hacia mucho calor para que todos los días cuando tenía tiempo libre podía bañarme en el mar.

 Sentí que alguien abría la puerta, me levante de golpe para ver a Tere entrando con los libros en mano. Cuando me vio salto encima de mí, me abrazo y me estampo un beso en la mejilla. La mire extrañada, ella no era de esas del contacto corporal. Se sentó en mi cama y me miro sonriendo.

  -¡Feliz cumpleaños! – dijo mientras me abrasaba de nuevo.

   Feliz cumpleaños. ¡Era mi cumpleaños! ¿Cómo se me había olvidado? Con razón que mi dragón me miraba de esa forma tan significativa.

  Tome mi celular de la mesita de noche, si, ahí salía que era mi cumpleaños y ya tenia seis mensajes de felicitaciones. No entendía como se me había pasado por alto esta fecha tan importante.

 Tere se había levantado,  dirigido al closet y traía una caja envuelta de papel de regalo, con que eso era lo que me estaba escondiendo. Me la tendió con una sonrisa en la cara. La abrí, era un álbum de fotos, estaba llenas de fotos mías, no sabía dónde las había sacado, también había fotos de las gemelas, unas pocas suyas, ya que a ella no le gustaba sacarse fotos, algunas de otras nuevas amigas y amigos, mi lugares favoritos del colegio, fotos de mi familia, del colegio humano, fotos con Inés y del árbol que yo había plantado en mi casa, que ya estaba más alto que mi, eso que lo había planto cuando era una semilla hace ya tres años, cuando descubrí el secreto de Tere y ella en el mío. Había plantado ese árbol en signo del secreto que compartíamos, ella se había reído simuladamente de lo que había hecho.

   Me encanto el regalo, se lo agradecí de todo corazón y ella me sonrió. Me levante para ducharme. Y recién cuando me levante me fije en unos bultos encima de mi cama. Los tome. Eran de parte de mi mamá y papá, de mis abuelos del lado de mi mamá, de mis padrinos y una pequeña caja de mi abuelo del lado de mi papá. Mire el reloj, no había tiempo de abrirlos ahora, me tenía que meter rápidamente en la ducha para alcanzar a tomar desayuno e ir a clases.

  Las gemelas nos esperaban como siempre en la entrada del comedor y esta vez con unas cajas envueltas en papel de regalo cada una. ¡Eran para mí! Al parecer nadie había olvidado mi cumpleaños excepto yo, que ironía.

  Entramos en el comedor mientras Pag e Il trataban abrasarme y de entregarme mis regalos, pero les dije que era mejor esperar hasta estar sentadas en la mesa de siempre. Nunca supe como, pero las cocineras también lo supieron y me hicieron una torta de chocolate con manjar, crema y mermelada de frutilla, mi favorita.