Capitulo IX

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Las vacaciones pasaron y tuve que volver al colegio normal. Hacía mucho frio y aprovechaba cada fin de semana para subir a la nieve y esquiar. Así fue pasando el tiempo hasta que se acabo la temporada de esquí. Era unos de los periodos más aburridos del año, porque no había nada que hacer; hacía frio, pero no tanto como para que nevara en la cordillera, tampoco había suficiente calor para bañarse en la piscina. Por lo que dedique todos mis fines de semana en juntarme con diferentes personas a jugar tenis.

Así fue pasando el tiempo. Poco a poco se acercaba el fin de semestre. Momento muy esperado por mí, Tere y las gemelas, sin contar a Diego, Ester, Luciana y Edmund.

El único problema era que me tenía que eximir de todo, al igual que Sofí, pero no tenía mucha esperanza de lograrlo, ya que nunca me había eximido de algo, a excepción de Historia; Tere tenía más probabilidades, ella se eximia siempre de Historia, Castellano e Ingles. Aunque Tere no tenía que eximirse de todo, porque para ella no partía el colegio hasta el 10 de diciembre, yo tenía que ir antes por lo del paseo.

Aunque ya no tenía las clases de magia, lo que me quitaba todo el tiempo que tenía, no estaba muy segura si las notas que tenía eran buenas o lo suficientes para eximirme. Mis papás me exigieron solamente que me eximiera de todo para que pudiera ir de “intercambio”, pero como no me preocupan mucho las notas no sé si me esforcé todo lo que podía este año.

Y ahora tenía las notas sobre el escritorio, las notas donde salía en qué me eximia y si me eximia de toso, que se había acabado el colegio para mí. Cruce los dedos, deseando con todas mis fuerzas eximirme de todo. Abrí lentamente la carpeta y la cerré antes de poder ver algo. En ese momento alguien toca la puerta de mi pieza y entra mamá. A ver que tengo las notas pregunta cómo me fue y al responder que todavía no las había visto, me las quita y abre la carpeta, va pasando las hojas de las asignaturas una por una, sin dirigirme la mirada en el cambio de página, me estaba poniendo nerviosa.

Al final cierra la carpeta y me mira con una sonrisa en la cara.

-¿Por qué no me dijiste que te iba tan bien en el colegio?

La mire sorprendida. Acaso me había sacado buenas notas sin darme cuenta. La mire esperando que continuara.

-Te felicito, cariño. Te eximiste de todo y las profesoras hablan muy bien de ti en sus notas. ¡Qué orgullo! – exclamó –. Al final cumpliste tu promesa. Qué alegría,  tu abuelos no van a tener que cambiar la fecha de los pasajes. Aunque me da pena que te tengas que ir, tenía la esperanza de que te fueras a quedar más tiempo con nosotros.

No podía creer lo que decía mi mamá. La verdad sabía que no quería que me fuera tan pronto, porque si no aprobaba todos los exámenes me iba a tener que quedar  hasta el 10 y perderme el paseo, cosa que yo no quería.

-Mamá – exclamé – ¿no confiabas de que pasara en todo?

-No…eee… – parecía nerviosa – no quise decir eso… yo sé que eres muy capaz e inteligente…solo que… esperaba que te quedaras un tiempo más con nosotros.

A veces me desespera de que mi familia sea tan protectora conmigo. Nunca había visto que mis papás se pusieran así con mis otros hermanos, a ellos los dejaban hacer todo, a mi me dejaban salir con suerte a la esquina, sin contar las veces que me escapaba. Era como si me quisieran proteger de algo, tal vez sea algo inculcado por mis abuelos. Sé que mis abuelos tienen una razón muy buena, pero yo sé protegerme sola, puedo protegerme hasta mejor que mis papás, ellos no pueden hacer lo que yo hago.

Y del peligro que me quieren proteger mis abuelos…bueno, eso está de cierta forma solucionado, porque sé que Edmund no me va a hacer ningún daño. Pero no se lo podía decir a mis abuelos, por lo que tenía que seguir dejando a que me “protegieran”.

El secreto de EmmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora