1. El autoritarismo

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Un mecanismo de evasión es la tendencia a abandonar la independencia del yo individual propio, para fundirse con algo o con alguien exterior a uno mismo, a fin de adquirir la fuerza de que el yo individual carece; tendencia a buscar nuevos vínculos secundarios como sustitutos de los primarios que se han perdido.
Las formas más nítidas de este mecanismo pueden observarse en la tendencia compulsiva hacia la sumisión y la dominación o, con mayor precisión, en los impulsos sádicos y masoquistas tal como existen en distinto grado en la persona normal y en la neurótica respectivamente.
Las formas más frecuentes en las que se presentan las tendencias masoquistas están constituidas por los sentimientos de inferioridad, impotencia e insignificancia individual. Muchas veces las tendencias masoquistas son experimentadas como manifestaciones irracionales o patológicas; pero con mayor frecuencia aún, reciben una forma racionalizada. La dependencia de tipo masoquista es concebida como amor o lealtad, los sentimientos de inferioridad como la expresión adecuada de defectos realmente existentes, y los propios sufrimientos como si fueran debidos a circunstancias inmodificables.
En el mismo tipo de carácter hasta ahora descrito pueden hallarse, con mucha regularidad, además de las ya indicadas tendencias masoquistas, otras completamente opuestas de carácter sádico, que en general son menos conscientes y más racionalizadas que los impulsos masoquistas. Hay que tener en cuenta la dependencia que existe de la persona sádica con respecto a su objeto.
Tanto los impulsos masoquistas como los sádicos tienden a ayudar al individuo a evadirse de su insoportable sensación de soledad e impotencia. Las distintas formas asumidas por los impulsos masoquistas tienen un solo objetivo: librarse del yo individual, librarse de la pesada carga de la libertad.
Los vínculos masoquistas son fundamentalmente distintos de los vínculos primarios. Estos existían antes que el proceso de individuación se hubiera completado. En ese entonces el individuo todavía formaba parte de su mundo social y material y no había emergido por entero del ambiente. Los vínculos primarios le otorgaban genuina confianza y la seguridad de saber a qué lugar pertenecía. Los vínculos masoquistas son una forma de evasión, de huida. El yo individual ha emergido como tal, pero se siente incapaz de actualizar su libertad; se siente abrumado por la angustia, la duda y la sensación de impotencia. El yo intenta hallar seguridad en los vínculos secundarios (así podríamos llamar a los lazos masoquistas) pero su intento nunca puede tener éxito.
Ambos impulsos, masoquista y sádico, se hallan estrechamente ligados. Con respecto a las consecuencias prácticas, el deseo de ser dependiente o de sufrir es el opuesto al de dominar o de infringir sufrimiento a los demás. Pero desde el punto de vista psicológico, sin embargo, ambas tendencias constituyen el resultado de una necesidad que surge de la incapacidad de soportar el aislamiento y la debilidad del propio yo. Además, la gente no es sádica o masoquista, sino que hay una constante oscilación entre el papel activo y el pasivo, y en ambos casos se pierde la individualidad y la libertad.

No hay que confundir amor con subordinación: el amor se funda en la igualdad y la libertad. Si se basara en la subordinación y la perdida de la integridad de una de las partes, no seria mas que dependencia masoquista. Así mismo, tampoco hay que confundir el sadismo con el apetito de poder; pero hay que tener en cuenta que aunque las formas más destructivas del sadismo no son idénticas a la voluntad de poder, ésta es sin duda la expresión más significativa del sadismo.

Miedo a la Libertad resumenWhere stories live. Discover now