Pudimos Ser Felices.

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Tao y Kris están casados hace seis años, y tienen un pequeño de siete años que adoptaron cuando tenía tres.

Huang quería ser padre y Kris también, entonces adoptaron al pequeño niño, que desde entonces, era una parte fundamental y vital para su matrimonio. Ellos no se dieron cuenta como fue que el pequeño terminó alumbrandolos a ellos y no ellos a él.

Cuando se realizó la adopción estaban pasando por un momento complicado, Tao había enfermedado, un virus le atacó sin piedad y lo mandó al hospital por dos semanas, los doctores solo dijeron que tuvo una baja de defensas y el virus atacó, pero para ser un simple virus había sido casi letal para Tao, haciendo que Kris se preocupa demasiado y quisiera retrasar la adopción, pero al final todo salió bien.

MinKi era un niño muy habiloso, a su corta edad de cinco años ya hablaba con facilidad y comenzaba a tener curiosidad por la escritura, el canto y el baile, a Tao le fascinó que su hijo fuera tan curioso y más aun por cosas que a el también le gustaban; en ocasiones lo llevaba a la empresa de entretenimiento que tenía y cantaba con el, su niño a pesar de ser pequeño le ponía esfuerzo y eso enorgullecia a su padre; Tao era cantante y Ceo de su empresa, la cual no era tan conocida y por eso era algo pequeña y tranquila, no habían peleas entre trainees y mucho menos maltrato, pero a pesar de lo pequeña que era a Huang le gustaba que fuera así, creía que mientras más pequeña, más acogedora y familiar para quienes estaban ahí.

Kris era un abogado respetado y cotizado, que formaba parte de un buffet selecto de su ciudad y le iba bien, aunque debes en cuando le tocaban casos que lo estresaban y acomplejaban pero con ellos ganaba experiencia y conocimientos para saber como llevar los próximos.

Ambos adoraban a su pequeño niño y lo que hacían y eso fue uno de los detonantes del deterrioro de su relación. Estaban tan concentrados en lo que hacían y en hacerlo bien, que comenzaron a olvidarse de ellos, de su relación como pareja.

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-¿Llegarás a la cena?- preguntó Tao por su auricular, mientras miraba el semáforo.

-No, lo siento, tengo una reunión con el resto del buffet, nos llegó otro caso- le dijo su esposo desde el otro lado de la línea.

-¿De que trata esta vez?- quiso saber Tao, ya que aunque no lo admitiera, le hubiera gustado tal vez ser abogado, amaba las leyes, pero también la música y tuvo que decidir por una de las dos.

-¿De qué trata? Em...bueno, el hijo de un diputado se metió en asuntos turbios y debemos defenderlo, el diputado no quiere que su hijo manche tanto su imagen personal como la suya pública- explicó Kris.

-Oh, tal vez el diputado debería solo admitir lo que hizo su hijo- opinó Zi, mientras daba verde y apretaba el acelerador.

-¿Es Papá?- preguntó Ren, como le había puesto la madre de Kris a su nieto. Tao asintió a la pregunta.

-Ya sabes cómo son las personas que tienen una imagen que guardar, demasiado superficiales- dijo Kris.

-Si Ren hiciera algo así, ¿Qué harías tú?- Tao adelantó un vehículo, mientras estaba atento a la conversación y el tránsito.

-Depende de lo haya hecho claramente y si es verdad que lo hizo y no es solo un rumor.- Kris ordenó unos papeles que tenía sobre su escritorio de caoba, mientras por la puerta ingresaba cierta persona con un atuendo de un vibrante color rojo, que le causó una sensación de excitación en todo el cuerpo.

-Ojalá no sea muy revoltoso- dijo Tao doblando en una esquina y mirando de reojo a su hijo por el retrovisor, quien tenía leves sospechas de que hablaban de el.