Ya estaba terminando mi clase de japonés con Kiriya-Sensei. Hasta el momento comprendí que para aprender este idioma tenía que pensar en japonés, comer en japonés, bañarme en japonés y ducharme en japonés; básicamente, hacer todo en japonés.
—Ah, antes de que te vayas, Gildemeister-Kun—de su portafolios sacó 3 libros: 2 libros de texto grandes y uno más pequeño, pero muy gordo. Los deslizó sobre su escritorio para que los tomara—, ten. Son libros para que practiques japonés y el que es más gordo es un diccionario de kanjis, te hará mucha falta—comentó haciendo una ligera mueca.
Le agradecí por los libros y observé los más grandes: japonés para hispanohablantes principiantes 1 y 2. No quedaba otra que estudiar.
—Casi se me olvida. No te presiones por saberte todos los kanjis, ni siquiera un universitario puede recordar 2500 kanjis a la perfección. Siempre y cuando sepas los más usados, estarás bien.
—¡¿2500?! ¡Si recién hoy me entero que hay 3 sistemas de escritura! —me quejé sorprendido. A lo que Kiriya-Sensei respondió encogiéndose de hombros y soltando un <<Así es el japonés.>>
—Bueno, te veré mañana a la misma hora. Estudia mucho esos libros, a partir de hoy serán tu biblia. Suerte—Y se marchó del salón antes de que sonase la campana que daba inicio a la hora del almuerzo. Guardé mis cosas y fui a mi curso.
Al llegar todos estaban terminando de acomodar las mesas para comer, lo que significaba que no iba a tener que esperar mucho para comer la comida de la madre de Hayami. No sabía qué había en el bento de hoy, pero seguro sería riquísimo. Me senté junto a las chicas y saqué mi almuerzo.
—Hey, Rubio, ¿cómo te fue en tu clase de japonés? —preguntó Dianna con curiosidad, luego se comió un poco de arroz.
—Normal, creo yo. No es fácil tener que aprender 3 sistemas de escritura que, para colmo, ya me olvidé cómo se llaman—refunfuñé cruzándome de brazos.
—Si ni siquiera recuerdas 3 nombres, ya empezaste mal, ¿eh? —se burló haciendo una mueca sarcástica.
—Vamos, Dianna-Chan, no seas mala. Es difícil de aprender nuestro idioma, ten en cuenta que Gildemeister-San aprendió alemán, por lo tanto, es obvio que le costará adaptarse—le corrigió a mi amiga con tono dulce. —De todas formas, yo sé que no se te hará tan difícil, algo me dice que eres un poco políglota—se volvió hacia mí.
—¿Políglota? —preguntamos desconcertados Dianna y yo.
—Este con suerte sabe decir algo en inglés y crees que es un políglota—soltó con burla la Pelirroja.
—Sei still! —chillé algo molesto.
—¿Ves? Tienes una gran pronunciación alemana—reafirmó Hayami—. ¿Hace cuánto que practicas?
—Desde diciembre del año pasado.
—Bueno, si lograste aprender alemán en ese tiempo, podrás aprender japonés—sonrió mientras juntaba sus manos.
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Transferido a Japón (Pausada)
Teen Fiction¿Alguna vez quisiste ir a estudiar al extranjero? Si tu respuesta es sí, posiblemente te sientas como Alexander Gildemeister, un adolescente argentino que quería viajar a Alemania pero, por motivos de dicho país tuvo que viajar a Japón, junto a su m...