Del Amor Al Odio Hay Solo Un Rivera...

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Kyle y Miguel estaban demasiado borrachos y cansados como para notar el corto escándalo.

De repente comenzó a llover, y la gente empezó a correr para refugiarse como si la lluvia les hubiera lavado el mal sabor de boca.

Ambos estaban agotados, demasiado como para haberse refugiado lo suficientemente rápido de la lluvia torrencial.

Aprovecharon al menos para lavarse, y luego a duras penas Kyle arrastró al cantante hasta un almacén cercano.

Pequeño pero lo suficientemente acogedor como para refugiarlos esa noche.

Sus cuerpos húmedos aún estaban calientes, y la madera que los rodeaba aumentaba la humedad.

Tal vez sería por el alcohol, pero de pronto la cara de Miguel no le parecía tan irritante. Es más, en su profundo estado de ausente conciencia hasta le parecía gracioso, y vice versa.

Dislumbro un espacio vacío frente al cantante, y como un niño rendido se sentó con él en el suelo, quedando lo suficientemente cerca para invadir el espacio personal del otro.

- Te odio... - Le dijo analizando su rostro y sacando a flor un pensamiento demasiado honesto.

El cual fue recibido sin éxito por el cantante. Tenía los ojos hinchados como sapo por andar llorando y el sudor que se le había mentido.

- ¿Qué... Dijishte? - Arrastró las palabras a punto de colapsar.

El empresario se sintió realmente desesperado.

- ¡Ahh! ¡Que te cayes me chocas! - lo tomo de los hombros y lo agitó con la débil fuerza que logro reunir. - ¿¡Por que te quieres llevar a mi Marco!? ¡Coño que todo lo tienes Miguel!

- ¿Yo? ¿Llevarmelo a él? ¡Tu eres el que ha interferido desde que llegamos! - le contestó más molesto que borracho.

Kyle reprimió un grito con la poca paciencia que le quedaba, volviéndose rojo, un tomate, una tetera que hecha humo por doquier.

Pero su voluntad no era la suficiente.

- ¡ES PORQUE ESTOY ENAMORADO!- Soltó de una vez por todas en una explosión de rabia. El cobertizo quedó en silencio durante unos segundos. - Yo, estoy enamorado, o bueno, lo estaba... Ya no estoy tan seguro. Maldición. - dijo mientras se tiraba de espaldas al suelo.

Lágrimas calientes amenazaban por desbordarse de sus ojos ante la atenta mirada de Miguel.

El interior del cantante se retorcio un poco, estaba sintiendo pena y empatia por Kyle, una emoción a la que su cuerpo no estaba acostumbrado.

Miguel suspiró y luego tomó lugar al lado del chico.

- ¿Desde cuando? Si puedo preguntar. - Inquirió precavidamente.

- Siempre. No se que tanto te haya dicho, o incluso si te hablo de mí. Pero solía ser mi todo, él y yo contra el mundo.- El chico emitió una sonrisa. - Oh pero recuerdo que el solía ser muy cascarrabias.

- ¿¿Solía??- Dijo Miguel enarcando en alto las cejas.

Ambos compartieron una risa.

- Está bien, esta bien. Es muy cascarrabias. ¡Ah! , recuerdo que estaba obsesionado con aprender a lazar al ternero, practicamos durante un mes; cada vez que fallaba culpaba al animal y hacia una rabieta, claro que la vaquita terminaba corneandolo.- sonrió.

- Si lo recuerdo-Dijo haciendo memoria. - Pasamos todo ese verano practicando en Santa Cecilia hasta que finalmente lo logró.

Kyle se mostró un poco decepcionado.

Charro Herrante: Las mil y una lunas de MielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora