Supongo que todos en algún momento, se sintieron extraños al experimentar los efectos de la mudanza. Te acostumbras tanto a cada rincón, pero principalmente a las vivencias que ahí tuvieron lugar. Sin embargo, la vida no es como la visualizamos algún día. Y a partir de esta reflexión misma, les quiero contar mi historia.
Éramos la familia perfecta, hasta que una oportunista arruinó nuestro hogar. A veces me la imagino pidiendo misericordia, mientras le arranco cada una de sus uñas, pero de inmediato dejo de pensar en cosas que de algún modo no estaría dispuesta a hacer. Nunca pensé atravesar por una ruptura familiar. Tener que alejarte de los que más querías, era difícil. Sin embargo, no era sano para ninguna de las partes, seguir maquillando las mentiras con sonrisas fingidas. Así que nos fuimos de su lado y empezamos una nueva vida en otro lugar.
Nos habíamos mudado a un vecindario acogedor y tranquilo, en el que la única casa antigua era la nuestra. Mi madre decidió comprarla, porque estaba a buen precio y además no tenía cabeza para dedicarse a buscar mejores opciones. Me gustaba aquella casa. Siempre había tenido apego a lo pasado de moda y diferente.
Apenas entramos, percibí el aire típico de ambiente encapsulado. Miré a mi alrededor y encontré suficiente espacio ante mí. Habían algunos muebles forrados con plástico y una que otra reliquia de los antiguos dueños. En el contrato de la venta se estipulaba que los nuevos dueños podían adquirirlos dentro del mismo valor de la vivienda. Había mucho por limpiar y por organizar. No obstante, mi madre seguía un poco afectada por la infidelidad de mi padre. No tenía ánimos para hacer nada. Entonces, me pidió que escogiera la habitación que más me gustara y se despidió con un beso. Quería estar a solas y tomar aire.
Mi nueva habitación estaba igual de sucia que toda la casa. Claramente, había permanecido abandonada durante mucho tiempo. Le hacía falta el calor humano. Antes de empezar, me puse ropa cómoda, recogí mi cabello debajo de una pañoleta y cubrí nariz; y boca con una mascarilla. Empecé por eliminar las telarañas, pasé la aspiradora por todo el lugar, moví trastes y cajas al sótano y luego limpié el piso con barniz. Estaba cansada y sedienta. Pero, la cocina no estaba lista aún para usarla. Así que esperé unos cuantos minutos y me metí al baño. Necesitaba ir al supermercado por comida y bebidas. Me quité la ropa y dejé que el chorro de agua me relajara. Siempre encontraba paz en la ducha, porque me hacía olvidar por momentos mis problemas. Ducharme era mi ritual cuando sentía que la ansiedad y la depresión estaban por aparecer.
No obstante, la tranquilidad que estaba disfrutando se esfumó por completo. Había escuchado un ruido al interior de la habitación y me alerté. Me cubrí con la toalla y salí a inspeccionar. Todo había sido producto de mi imaginación, porque no había nada fuera de lo normal. Así que me tranquilice y me desajuste la toalla, para esta vez secarme. Y otra vez sucedió. El mismo ruido en la habitación. Me detuve y agudice el oído. Quería saber de dónde provenía. Una vez más. Y otra. Y otra. Hasta que supe que venía de la pared a mi derecha. Avancé en puntillas y sigilosamente coloqué mí oído sobre la superficie. Y el golpeteo se detuvo u luego, el llamado de alguien al otro lado retumbó en mis oídos.
—Sylvia —aquello que desconocía, había pronunciado mi nombre con tanta seguridad. La piel se me erizó y caí de espaldas. Intenté levantarme, pero resbalaba porque aún estaba mojada. Logré levantarme y cómo pude, me coloqué ropa y corrí de mi habitación.
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🕯️~° El Espejo °~ 🕯️/En Edición/
TerrorDespués de la infidelidad de su padre, Sylvia Morrinson decide mudarse con su madre a una nueva casa, en un vecindario cercano al suyo, ya que debe continuar asistiendo a la misma escuela por falta de recursos. Además sus mejores amigas estudian all...