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CAPÍTULO OCHO |La mejor felicitación

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CAPÍTULO OCHO |La mejor felicitación.


Gianella.

Camino para dirigirme a la vereda, había un auto detrás de él de Franco así que me quedo mirando como cruzaría a la vereda, detrás de las luces bajas de este auto reconozco la persona... Nunca pensado, pero ahí estaba Nicolás, una sonrisa casi inevitable sale de mis labios, entonces terminó acercándome a su lado es decir de su ventanilla.

—¡Domínguez, viniste! —exclamo mostrando mi sorpresa.

Claro, cuando el me felicitó por privado mi mejor ocurrencia fue invitarlo para que pueda venir a pasar un momento, pero claro que cuando el me dijo que me “avisaria” ví venir que no pasaría. Así que verlo finalmente y que si vino me ponía muy alegre.

—Eh... Sí, hola. —apenas habla, frunzo mi ceño al ver su cara, parecía incómodo o no sé.

Observo como su mano pasa por su mejilla y termina en su mandíbula rascándose, o haciendo que lo hacía. Sabía que hacía, Franco lo hacía muchas veces ya como costumbre o tic de hombres.

—Felicitaciones por tu título. —finalmente dice deja de tocarse la cara para poner sus manos en el volante—. ¿La estás pasando bien?

Olvido completamente que noto muchas cosas de él para responderle normalmente.

—¡Gracias! Y si, bien, igual sólo es una reunión tranqui para que me agasajaran como me merezco. —ladeo la cabeza en broma, él lo entiende porque se ríe—. ¿Tomamos algo arriba?

—Ehhh... —piensa y deja de mirarme para observar la entrada de mi departamento y luego el lugar vacío que dejó Franco para recién verme de nuevo—. Bueno, si.

Sonrío victoriosa para alejarme de su ventana y esperarlo en la vereda. Al salir del auto y subirse a la vereda le doy rápidamente una mirada de pies a cabeza viendo cómo estaba vestido: remera verde casi militar por lo que distingo por las luces de la calle, campera encima negra con cierre plateados, jeans oscuro y zapatillas blancas.

Él se acerca acomodándose algo en los bolsillo y con la cabeza gacha hasta que llega a mí.

—Te agasajan muchas personas hoy... —suelta en broma cuando pasamos por el medio de los dos tipos que estaban en la entrada.

—¿Lo decís por los muchos autos y los chicos que hay afuera? —señalo hacía atrás, lo veo asentir mientras que su mirada está al frente y me río para negar—. No, son invitados de mi vecino del piso de arriba, es su cumpleaños es un tipo treintañero con mucha guita, tanta que creo que le regaló cosas a los vecinos en esta semana para que no se molesten por el ruido de esta noche.

—¿En serio? —cuestiona el girandose a verme, en ese momento ingresamos al edificio y se notan claramente sus ojos claros.

Era hermoso, por favor.

Man child | Nicolas DomínguezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora