18

2.4K 164 90
                                    

CAPÍTULO DIECIOCHO|Final de la aventura

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

CAPÍTULO DIECIOCHO|Final de la aventura.


Gianella.

Arqueo una ceja casi por sorpresa llegando y frenando inevitablemente porque debía parar para abrir el portón a pesar que estuviera ahí. Carolina no deja de verme en esos segundos y creo que la hija de puta ni siquiera PESTAÑEA, me agarra miedo.

—Supongo que no te sorprende que aparezca acá. —comienza la rubia mirándome con una frialdad, nuevamente me hago la desentendida y frunzo mi ceño a lo que ella no calla y suelta de prepo—. Sabes perfectamente, Gianella.

—¡¿Perdón?! —exclamo cansada, actuando y un poco cansada también, solo quería llegar a mi departamento acostarme y ella prácticamente estaba acechando acá así que no me iba a quedar callada.

La sonrisa irónica de Carolina y una mirada rápida a la calle para volver a verme me dice que ella no vino hasta acá, no sé cómo a hablar tranquilamente y justamente es lo que sucede.

—No me gusta hacer esto, nunca creí estar en este papel porque es una asco. —suelta y no comprendo pero continua porque seguro vino con unas ganas bárbara de pelear, la entiendo medio que yo haría lo mismo—. Pero a vos te conozco podría decir, así que me preguntó ¿por qué me haces esto? ¿siempre me tuviste envidia no?

Lo tira despectivamente y de mala manera, creo que se estaba conteniendo de no meterme una cachetada, tal vez.

—Disculpame Carolina... —intento comenzar y riendo por lo de “envidia” pero ella rápidamente se pone a la defensiva.

No iba a parar la mongola.

—No te hagas la mosquita muerta ¡Por dios Gianella! —estalla y yo quedo impresionada o no—. ¡Te estas cogiendo a mi novio, pedazo de trola!

Bueno, eso sí fue mucho y había gritado bastante fuerte.

—¿Trola? —repito incrédula, me río, si irónicamente y miro mi llave correcta para poder acercarme a la ranura, si lo que quería sacarme o ponerme a pelear no iba a lograrlo, no era asi, así que intento calmarla aunque sé que lo que diga iba a empeorarlo más —. Estás haciendo un papelón, hermana. Volve a tu casa.

Cuando estoy a espalda, siento como agarra mi brazo y me giro agitando mi brazo, no quería tener sus manos encima mío.

—¡No me toques! —estalle, me estaba aguantando de no agarrarla a las mechas, nunca lo había hecho, pero estaba dispuesta a que está sea mi primera vez y me estaba haciendo perder la paciencia en cinco segundos, levanto la voz—. ¡Andate de mi edificio o llamo a la policía!

—Deja a Nicolás en paz. —ordena fuerte y eso colma mi paciencia.

—¿Quién te crees que sos? —suelto girando y verla mejor—. En serio te pregunto. Baja un cambio y andate de acá.

Man child | Nicolas DomínguezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora