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CAPÍTULO DOS | El recuerdo olvidado

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CAPÍTULO DOS | El recuerdo olvidado.

11 meses después.

Gianella.

Tarde.

Estaba llegando tarde a mi primer día de práctica, literalmente se me caían lágrimas, y sí, podría ser DEMASIADO llorar por estar llegando tarde o mejor dicho muy de sensible/intensa, pero era así mucho más en días que eran muy importantes, como éste.

Mi último año de carrera en si me había tratado de esta manera, estaba a unos meses de recibirme y quería que salga todo perfecto, pero parecía ser que todo me estaba saliendo para el culo, aunque también digamos que estaba siendo un poquito, mucho exagerada, sin embargo apenas estaba pasando por el acceso oeste, tal vez como a 12 kilómetros todavía de la Villa Olímpica y atrasada por como 10 minutos o en el peor de los casos más.

Me limpio rápidamente la cara y veo por el espejo retrovisor que el rimel trucho me había manchado y pienso que la próxima vez le tengo que decir a mi hermana que no me regale más maquillaje o por lo menos si lo hacía, que no me obligue a usarlo.

Sufro doble al saber que todavía me faltaba para cruzar la salida hacía Merlo, de reojos veo como mi celular vibra sobre el asiento del copiloto. Mi intención nunca es atenderlo, pero cuando veo que el nombre de mi mamá aparecía rápidamente lo agarro, no hablaba con ella desde el viernes y no la veía hace dos semanas y ya la extrañaba mucho.

—¿Ma? —hablo demostrando en mi voz alegría y ocultando rabia por no llegar todavía.

Sí, sabía que no debía hablar por teléfono mientras manejaba porque obviamente lo último que necesitaba un accidente.

—¡Giane, hija! ¿Como estás? —la voz de mi mamá conocida y eufórica me hace sonreír a medias mientras que mis ojos están la ruta—. ¿Por qué no me llamaste en estos días?

—Ma perdón, tuve unos días complicados y largooos... —cuento y suspiro pensando en que menos mal que ya habían pasado, aclarando—. Estoy bien, acá yendo a mi último día de práctica, me tocó ir a la Villa Olímpica de Vélez, estoy manejando por si te hablo rápido y eso...

—¡Ah, cierto Gianella! —lo recuerda, sé que está con papá a su lado porque se escucha perfectamente como le comenta lo último que le dije—. Espero que te vaya bien.

—Yo también, aunque mi día arranco mal, aparte estoy llegando tarde... —me quejo con ella.

A lo lejos observo la salida 29 y ya sé que es menos, siento que gano por momentos. Como no quiero despegarme de mamá y su llamada pongo en altavoz en un segundo para dejarlo sobre la posaderas de vaso del auto.

—... No te dejes llevar por los detalles que salen mal en el día porque sé cómo sos y te bajoneas y eso. —dice mamá, seguramente algo de sus consejos—. Tu papá te manda mucha suerte y que si conseguis una foto con Heinze, lo va a poner en un cuadrito de recuerdo dónde ve que haces lo que él quiere.

Man child | Nicolas DomínguezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora