Bodas Negras

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Songfic basado en la canción de Julio Jaramillo, escrito para las celebraciones de día de muertos del 2012.
Tragedia
Terry — Candy
Publicado originalmente en Le Chateau de Candy Candy, el 31 de Octubre del 2012
Registro de propiedad SC1902179972531

ADVERTENCIA: Este songfic es definitivamente para adultos, de muy, pero muuuuuy amplio criterio. Es hasta cierto punto, escalofriante, algo que sin duda, jamás creí ser capaz de querer escribir y que sin embargo; aquí esta. Pero; ojo! No contiene escenas sexuales (al menos no descriptivas, aunque posiblemente las encuentren implícitas; eso depende de su criterio), más bien entra en la categoría de adultos, porque indudablemente es algo que considero morboso, pero que admito; me gusto escribir.

BODAS NEGRAS

Aun recuerdo a Candy, sí, aún la recuerdo. Ella era tan vivaz, tan simpática, siempre tan alegre, pero siempre ocultando sus pesares de los demás.

Aun recuerdo a Terry, sí, también lo recuerdo. Tan sombrío pero lleno de vida, tan audaz, tan burlón y bromista, pero al final, tan lleno de melancolía.

Aun recuerdo la noche en que Candy murió, esa funesta noche. Estaba en turno, iba en una ambulancia a gran velocidad y el chofer, tratando de esquivar a un inoportuno can, volcó. Sí; fue poco después de que se rindiera honor a Alistear, en su primer aniversario luctuoso.

Luto, la mansión Andrew se había vestido de luto y tristeza. El hogar de Pony estaba exactamente en la misma melancólica situación. Todos, absolutamente todos lloraban aquella inesperada perdida.

Los diarios; fue gracias a los diarios que Terrence Grandchester se entero de aquel trágico suceso y tan solo una semana más tarde se presento en Chicago, con la única intención de estar cerca de ella y principalmente fue por ello que agradeció el alojamiento que Albert le ofreció.

Para él, los días pasaban con su usual ritmo, en una monótona y cotidiana rutina y todas las noches se presentaba en el cementerio de la inmensa propiedad Andrew, llevando un usual ramillete fresco, que en ocasiones solo añadía al anterior.

Charlas, largas y solitarias charlas, monólogos sin respuesta eran repetidos una y otra y otra vez.

—Candy… —solía iniciar con la misma y ya trillada frase—. Sí nuestra historia hubiese sido diferente —se reprochaba con una sonrisa torcida, arrepentido, realmente arrepentido—. Estoy seguro de que, si no te hubiese dejado ir; al menos, al menos habría estado más tiempo contigo. Es más, estoy completamente seguro que de haber sido así, esto nunca habría sucedido…

»Deberías estar viva, deberías haberte casado conmigo, deberíamos haber tenido una familia, una vida feliz, juntos, siempre acompañándonos…

Pesar, con ese ya estancado pesar; llenaba cada una de sus lastimeras frases, denotando su inmenso e inmerso desconsuelo. Deseando, solo deseando poder seguir a su lado, morir en ese preciso instante y así, de esa manera, cumplir con su más anhelado sueño; el que en aquel momento era su mayor necesidad.

Tres meses, tres malditos y fatigosos meses pasaron y él seguía en aquella lamentable situación; se había convertido en un sombrío ente; adelgazado gracias a la falta de apetito, a los escasos alimentos que solo por la insistencia de los demás, ingería. Haciendo caso omiso a las murmuraciones de la gente.

—Sí en vida no pude tenerte —fue la forma en que esa penúltima noche se despidió—. En muerte será.

Nadie, absolutamente nadie imagino los pavorosos planes que rondaban su mente. Pero, es que, simplemente; ¿cómo podría ser alguien capaz de algo así? Pues sí, a él no le importo lo que pensarían los demás, nunca, en toda su vida, se había preocupado por ello; ¿por qué habría de ser diferente entonces?

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