The Phanthom of the Oper

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Cuarto songfic presentado para el evento OCTUBRE, MES DEL SONGFIC en Le Chateau De Candy Candy

Patty

Tragedia

Publicado originalmente en Octubre del 2011

Recargada en mi balcón puedo ver el cielo estrellado, pido entre oraciones una nueva esperanza, una nueva ilusión, un nuevo comienzo; todo se ha convertido en tinieblas para mí, mientras el mundo sigue girando a mi alrededor y el frío nocturno con...

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Recargada en mi balcón puedo ver el cielo estrellado, pido entre oraciones una nueva esperanza, una nueva ilusión, un nuevo comienzo; todo se ha convertido en tinieblas para mí, mientras el mundo sigue girando a mi alrededor y el frío nocturno congela mis mejillas provocando un espasmo mezcla de inseguridad, dolor y gelidez.

A veces no comprendo; ¿por qué tomó esa decisión?, ¿por qué no quiso preguntarme?, ¿por qué no confió en mí?, ¿por qué huyo así?, ¿acaso creyó que no lo entendería? acaso creyó que mi opinión no valía?, ¿o quizá fue que por mostrarme siempre débil, frágil y tímida, no me importaría? o tal vez intuyo que por ser quien soy, sabría cómo detenerlo...

Él mismo decidió su destino, él fue quien marco el camino a su deceso; él no pensó en el dolor que ahora siento al saberlo muerto, no le importo mi futuro, mi persona; no le importo lo que sería de mi sin él...

La soledad es abrumadora, el saber que no pude despedirme me llena de culpa, el saber que no lo volveré a ver me hace sentir impotente, el que jamás lo hayan encontrado me provoca angustia, el observar que injustamente culparon a Candy por su partida, me llena de indignación.

—¿Cómo pudiste hacernos esto? —le reprocho con tono iracundo—. ¿Acaso no éramos tan importantes para ti como siempre nos hiciste creer?

Sólo el helado murmullo del viento otoñal responde, su gemido espectral me eriza la piel y acongoja mis penas mientras una lágrima inicia su recorrido, mientras en silencio suplico por un poco de misericordia, comprensión y porque el mundo entero sepa de mi dolor, ese dolor que estoy segura, no soy la única que lo siento.

—¡Maldita guerra! —tiño mi voz con un profundo rencor, al tiempo que cierro los puños con más fuerza de la que creía tener—. ¡Mil veces maldita! maldita ella y malditos los inservibles que la provocaron! Esos buenos para nada que asesinan hombres nobles con tú y sin embargo están tranquilos y seguros detrás de sus escritorios, escondidos en sus casas, tal cual ratas en sus madrigueras...

No lo soporto, no puedo controlarlo, este mismo cielo estrellado se tiñe de sangre en aquéllas lejanas fronteras, sangre inocente, sangre que no tiene nada que ver, sangre que obliga a los hombres a abandonar sus hogares y familias para enfrentarse a un futuro incierto, a pesar de que quizá nunca volverán a casa, a pesar de yacer muertos, tal y como sucedió contigo. Los desprecio y sin embargo en el fondo sé que mi rabia no es del todo contra ellos.

—Stear; mi dulce Stear... ¿por qué no me llevaste contigo?, ¿por qué no eres tan generoso conmigo y me abrazas, y me conduces a un destino como el que tú tuviste? ¿Por qué no me conduces a la muerte, cualquiera que sea, con tal de volver a estar a tu lado?

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