Chocolate caliente [KawoShin Xmas 2019]

Deseos estúpidos

Por: Aura

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Resumen: Shinji tiene un sueño en el que los deseos estúpidos de Kaworu y de él se vuelven realidad.

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Después de las pruebas de sincronización respectivas y del baño más raro y más reconfortante que Shinji recuerda haber tomado, lo lógico hubiera sido separarse. Ir cada uno por su lado, previniendo así que broten más heridas en sus corazones de las que ya debe haber.

Aunque eran sólo suposiciones, Shinji imaginaba que Kaworu estaba hablando un poco consigo mismo cuando le dijo todas aquellas palabras hermosas. A diferencia de los demás, Kaworu no se odiaba a sí mismo y estaba en plena sintonía con la vida, y Shinji sólo podía entender eso desde el dolor: en resumidas cuentas, Kaworu debía haber experimentado un dolor infinito y por eso era tan amable.

Porque no quería reproducirlo en otras personas. Y Shinji creía que eso era admirable.

Los dos se cambiaron y Shinji tuvo que hacer un esfuerzo sobre humano para no mirar en su dirección. Los dos eran adolescentes flacuchos sin nada remarcable a nivel físico, pero tal vez por causa del agua caliente, la piel de Kaworu se veía inmaculada. Casi bonita, podría decirse. Kaworu tarareaba canciones de música clásica mientras se vestía. Un tanto alejadas del jazz y prog-rock que Shinji solía escuchar en su walkman, pero no por eso menos disfrutables.

Un cellista no podía hacer menos que adorar a Bach, e incluso si Beethoven estaba un poco trillado, no dejaba de ser un genio clásico.

Shinji se moría de ganas por preguntar sobre los gustos musicales de Kaworu y cómo desarrolló un oído tan refinado a su corta edad, pero se contuvo.

—Yo... tengo que irme ahora.

Hubo silencio. Kaworu dejó sin abrochar los botones superiores de su camisa, una distracción irrelevante que, sin embargo, Shinji notó en detalle.

—¿A dónde? —preguntó con una sonrisa.

—A casa. Quiero dormir.

—¿Te molestaría mucho acompañarme? Acabo de llegar a esta ciudad y estar en mi habitación es demasiado... no sé. Solitario...

—Todos los cuarteles de NERV lo son —pensó Shinji. Una estructura fría y laberíntica no puede no tener ese efecto. En otra vida, cuando aún podía preocuparse por otras personas, Misato quiso salvarlo a él de la soledad que sentiría quedándose en ese edificio. Quizás ya era hora de hacer lo mismo por alguien más.

—Para nada —dijo Shinji, sonriendo un poco— Supongo que tienes un futón extra o algo así, ¿No?

Kaworu asintió, y su expresión de alivio era tan tranquila que Shinji se contagió de su armonía. Los dos caminaron calmadamente por los pasillos interminables hasta llegar a una habitación que más bien parecía una celda de prisión extremadamente moderna. Lo único agradable era que por la ventana se veía la costa y el mar.