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En cierto punto de nuestra historia, llegué a preguntarme donde se marcaba el final. ¿Cuál sería el último beso en la lista? ¿Hasta donde iría nuestra historia? Las dudas giraban en mi cabeza, mi vida iba en un camino donde nada más podría hacerme feliz.

Cada mañana me despertaba y lo primero que observo es el cuerpo de mi esposo, aquel que en un principio fue un conocido, luego mi mejor amigo, se convirtió en una especie de amante y cuando menos me di cuenta, se estaba agachando frente a mi para pedirme matrimonio. Fue desde entonces donde despertar se convirtió en una razón de ser feliz.

Los desayunos eran tranquilos, charlas amenas y domésticas en nuestra mesa, risas estúpidas y besos comunes como despedida o bienvenida. Noches de pasión en nuestra cama de dos plazas y abrazos tibios en invierno. Vivir nunca se había sentido tan completo, ir a trabajar con una sonrisa era lo más fácil.

Obviamente teníamos nuestras disputas, nuestra amistad había nacido de discusiones y eran innumerables las veces en las que debatíamos entre ambos, pero el tiempo nos había enseñado a terminar esas estúpidas peleas y luego reír. Aprender de nuestros errores y pedir perdón, perdonar al otro y luego terminar la noche con un beso. No podía dormir si estaba peleado con Donghyuck y el tampoco, ya que siempre terminamos hablando hasta tarde esos días donde nuestros pensamientos chocan.

—¿En qué piensas?— Me preguntó una mañana mientras tomaba café. Uno de esos momentos en los que mi mente se perdía en aquellos pensamientos.

—Nuestra historia— El sonrió y se levantó de su asiento. Caminando hasta mi silla para sentarse en mis piernas, de manera pícara.

—Cuentame sobre eso— Yo le sonreí mientras intentaba tomar de mi taza cuando me miraba de esa forma, dulce y enamorado.

—Es la historia de dos idiotas, realmente no se dieron cuenta de que estaban enamorados hasta mucho tiempo después— El comenzó a reír y siguió escuchando, sus ojos clavados en los míos —Pero cuando por fin se dignaron a aceptarlo, se hicieron novios. Aunque todo no es tan fácil y tuvieron que separarse—

—Eso es triste— Hizo un puchero y yo asentí. —¿Estuviste triste?— Yo asentí y el colocó sus manos alrededor de mi cuello, me beso lentamente con una sonrisa de por medio.

Me perdí a la mitad de la historia, sus labios siempre se sintieron tan cómodos. Cada centímetro de mi cuerpo respondía a todas esas dudas, nuestro único final llegaría el día en que uno de los dos dejase este mundo.  Nos separamos debido a una llamada en su teléfono, aunque no quería dejar de besarme, tuvo que atender rápidamente a la tercera vez que sonó su celular.

—¿Si?— Mientras el hablaba con su jefe yo me dediqué a terminar mi desayuno. No faltaría mucho para que sea la hora de irme.

Con una mano en su cintura, acariciaba su piel debajo de la camiseta que le quedaba ancha. Lo escuché quejarse sobre tener que ir a una nueva reunión, mi esposo ya no era un simple actor más. Era la mano derecha del director y estaban armando un nuevo elenco para una obra de teatro, con actores inexpertos quienes buscaban una oportunidad y ellos se lo darían.

“Yo tuve suerte, ellos no. Todos necesitamos una oportunidad”

Eran esos pensamientos tan humildes los que me hacían enamorarme de él, una y otra vez. Perdidamente.

—Entonces hagamos una segunda audición, entre ellas dos y luego elegimos la protagonista. La otra será su suplente—

Después de unos momentos, el corto la llamada y por último tomo un último sorbo de su café.

—¿Todo bien?— Bese con dulzura su hombro. Pequeños besos a lo largo de su cuello, contando cada uno de sus lunares desparramados en su piel.

7 Besos |Renhyuck|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora