CAPÍTULO 1

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Él no quiso Escuchar...

Todo empezó aquella tarde en la que decidí abandonar todo en aquel puerto en el qué hoy se desvanece el recuerdo al igual qué mis marcas de aquel terrible desenlace, donde el me enseñó que un minuto hace la diferencia y que la vida siempre tiene algo mejor qué enseñar.

En aquel puerto de Almería España, decidí dejarlo todo, ya no había porqué luchar.

Sus golpes trazaron rutas que ningún mapamundi hubiera logrado trazar, sus palabras altisonantes sonaron más que aquellos ecos de sirenas en alta mar, aquella chica de élite que alguna vez se caso en las costas del mar mediterráneo no existía, sólo existían algunas prendas convertidas en harapos por distintos desgarres, por una lucha que hubiera acabado con mi vida en las manos del que era mi Rey, del hombre que era el centro de mi universo, el deseo de cualquier chica, pero en un relámpago todo cambió, la Reina debía de morir por su mano.

Logré escapar sin saber que pasaría después, no tenía a quien acudir mis padres me habían dicho que sí contraía nupcias con el me olvidara de ellos, mis amigos los perdí a cada segundo que el minutero continuara avanzando, en estos tres años de casada, estaba completamente sola.

Corrí por las calles sin mirar atrás, llegando aquel puerto, donde en algunos ayeres después de ir de compras, caminaba sin preocupación y contemplaba el atardecer e inexplicablemente sabía que algún día mi vida acabaría.

Llevándome a este presente en donde preferí ser yo la misma que acabe con esta história de cuentos de hadas que se convirtió en una historia de horror.

Al llegar a la cúspide de aquel muelle de hierro, se encontraba un barco pesquero apuntó de zarpar, en el que decidí abordar con cada una de mis penas convertidas en llanto, tenía que esconderme de los guardaespaldas que me buscaban por el perímetro, nunca entendí su idioma turco, solo escuchaba como se gritaban el uno al otro, tenía miedo que me encontrarán.

Me escondí entre aquellas cajas de sardinas vacías, la temperatura empezaba a descender, el frío del invierno era notorio del cual sería el último en que supieran de mí, al menos con vida, tal vez en unos días sería la noticia que encabezaría los planos periodísticos, desapareciendo en su totalidad en unas horas, después de haber leído aquella nota cientos de lectores, al encontrar sin vida a la señora de Abdala en aguas mediterráneas, o lo que quedara de mi, todo era mejor que acabar en manos de él y ser una desaparecida más.

Al fin de cuenta todos quedaremos presos del olvido y era mi turno de migrar.

Me aleje tanto de mí país, buscando un sueño que hoy es mi propia pesadilla, olvidé por completo a mis amigos, ignore los consejos de mis padres, lo que tuve que afrontar.

Al cabo de unos segundos aquel barco sarpo del muelle, escuchando algunos tripulantes pesqueros dar el arribo, soltando los nudos que atracaban aquel barco, al echar un vistazo observó que algunos de los guardaespaldas interceptan a uno de los tripulantes, veo algunas señas que hacen con sus manos tratando de describir mi físico, aquel que sería arrebatado en unas horas por el océano o lo que albergara dentro de él, aquel chico al no darles alguna respuesta subió a la embarcación, dando un salto, al igual que mi alma que sentí poco a poco  desprenderse de mi cuerpo, la decisión estaba tomada, las estrellas se empezaban a notar al llegar la noche, serían testigos de aquel suicidio, la luna sollozando en cada oleaje, pero mi decisión era firme, como todas las que he tomado.

Me levante de aquel escondite llegando a la punta de aquel barco, logré escuchar algunas risas de los tripulantes que se encontraban jugando algunos juegos de estrategia, lo que era perfecto para mí, ya que no notaría cuando diera aquel salto, al estar del otro lado del barandal sentía tanta adrenalina al ver como la vida se me estaba escapando y le pertenecía al mar.

Era inevitable no llorar, recordar todo mi pasado, en algún momento recordar a mis amigos, todo lo que había dejado atrás y no quería recuperar, él momento había llegado, desprendí mi mano izquierda de aquel helado barandal, cerré mis ojos, mientras la brisa acariciaba y aclamaba mi cuerpo..

Dicen que en los juegos de estrategias como lo es el ajedrez, cuando la reina muere acaba el juego, pero, ¿Cuando un peón rompe las reglas del juego?

                 Booktrailer 🏰

Despues de mí. (book 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora