Kate
Después de tres meses en un paraíso lluvioso como Inverness, me acostumbre al silencio y tranquilidad. Al olor de hogar, la cálida cabaña. Me encantaba despertar en brazos de Luke, luego de nuestras noches de amor ya teníamos una rutina de la cual no me aburría.
Sobre todo, recordaría nuestro tiempo en Inverness por los momentos que pase con mi hija Emma, si mi hija, ya podía llamarle así. Ella había crecido tanto. Además, siempre tendría su primera palabra, mamá, ese día llore en los brazos de Luke. Él le había estado enseñando el nombre de cada cosa que ella señalaba, sospecho que él se aseguró que mamá fuera la única que ella lograra decir. También recordaría nuestros días malos, uno de ellos ocurrió cuando Emma se sintió mal por la llegada de sus dientes y no ayudó en nada que yo estuviera resfriada, pobre de mí chico escocés lo vi sufrir por nosotras y convertirse en nuestro médico personal.
Pero el tiempo fuera de New York término con una llamada de la Junta Ejecutiva de la cede de KVA, así que debíamos decir adiós no sólo a nuestro hogar, a Moira, Duncan e Inverness. También estaba diciendo adiós a la vida que me gustaría tener, pero que nunca tendría porque Luke tenía que hacerse cargo de sus responsabilidades como jefe y realmente lo entendía. No podía vivir por siempre como un hombre de cabañas, pesca y cocinero oficial de la casa. Sólo que al subir al auto rumbo al aeropuerto el miedo se instaló en mí. Miedo a perder esta intimidad, tranquilidad, felicidad, nuestro hogar y sobre todo a ellos. Cuando aterrizamos en la ciudad sabía que a partir de ese momento lucharía por no perderlos.
Luke
Quería ir a casa, a jugar con mi hija, abrazarla, después ayudar a Kate con el baño y acostarla juntos. Darle un beso de buenas noches y verla 5 minutos dormir antes de salir al fin de su habitación. Después tomar a Kate en mis brazos mientras nos besamos, ella en volvería sus piernas en mis caderas. Y después la llevaría a nuestra habitación, desesperado por tenerla desnuda y entonces...
—Señor McKellen — la voz de mi Secretaría al otro lado del teléfono me saco de mis pensamientos.
—Sigo aquí
—Como iba diciendo, tiene la junta a las 7 y eso sería todo por el día.
—Si, gracias.
Con eso termine nuestra conversión, pero mi día no terminaría con aquella reunión. Tenía trabajo acumulado que debía hacerse lo antes posible, además de analizar mis próximas adquisiciones. Resignado a no cumplir mis fantasías me concentre en los informes de mi siguiente junta.
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Mire el reloj de mi computadora 11:30 PM, y sólo llevaba la mitad del trabajo, un cuarto de mi whisky y un sándwich que saque de la máquina de la sala de empleados. Afuera estaba en silencio y totalmente oscuro, siendo mi oficina la única iluminada. Cada 15 minutos una luz iluminaba afuera, eran los guardias quienes realizaban su rondín.
Gire mi silla, mire el paisaje de la ciudad que nunca duerme desde las alturas, la vida nocturna y las luces que centellan de los edificios, pero no había estrellas que mirar como en Inverness. Extrañaba mi hogar, las estrellas, el sonido de los animales nocturnos, pero sobre todo estar despierto por hacer el amor con Kate y no por estar trabajando melancólico en mi oficina.
El sonido de mi móvil hizo eco en la habitación silenciosa, la pantalla mostraba a mi mujer acostada en la cama con una sonrisa tímida, la luz del sol filtrándose le daba un aspecto de ángel. Una de las mejores fotografías que le tome en Inverness. Deslice mi dedo por la pantalla quería escuchar su voz.
—Hola nena.
—Hola lukiboy— soltó una risita por el apodo que Duncan utilizaba conmigo. Al principio me moleste con el viejo por decirle aquello, pero ahora me gustaba que ella me llamara de esa manera — Aún estás en tu oficina.
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Amor Tardío- Terminada
RomanceEl mundo de Kate se ve nuevamente desestabilizado y en torbellino sin salida, por complacer los deseos de su hermanita menor, con la cual vivió un oscuro y doloroso pasado, se ve envuelta en tomar la decisión más difícil de su vida, una decisión que...