Me encontraba en mi habitación, acostada plácidamente, pensando aún en cómo me había ido en el examen de hoy, pero de un momento a otro algo no se siente bien, algo me perturba. Las ventanas empiezan hacer un chirrido infernal, las maderas crujen y los pestillos comienzan a salirse lentamente, empeorando el sonido.
Se escuchan pasos lentos subiendo por las escaleras, mi corazón se acelera con cada pisada que se acerca, al llegar a mi habitación se detienen haciendo que los minutos se detengan. La perilla se mueve con sutileza y la puerta comienza a abrirse de a poco; mi cuerpo y corazón se paralizan, apenas puedo respirar.
No siento mi cuerpo, el frío recorre la habitación, la puerta se termina de abrir por completo y me envida el miedo. La entidad comienza a acercarse a mí y sus ojos amarillos, algo apagados, me analizan con cuidado; una sonrisa perturbadora se asoma en su rostro, algo torcida y brillante.
Algo recorre mis pies y comienza a subir, carcomiendo lentamente mi piel. Cierro mis ojos, no me atrevo a mirar, es doloroso, siento que la vida se me escapa lentamente. El dolor se intensifica, comienzo a ahogarme por un aroma putrefacto que golpea mi rostro. Siento que serán mis últimos alientos, se nubla mi vista y me desmayo...
Un golpe seco en mi cabeza me despierta, las luces están encendidas, la ventana abierta, y en el suelo solo estoy yo y mi gato de ojos amarillos, mirándome con preocupación.
-Solo fue un sueño -suspira pesadamente y abrazo al gato tratando de calmarme- solo fue un sueño- repito mientras recorro con mis ojos la habitación, finalizando el trayecto en mis piernas, donde descubro, horrorosamente, que me observan esos ojos mismo ojos amarillos por la ventana, dejándome en manos del pánico y sin esperanza alguna.
