Beso Travieso en Londres (Adaptación Itazura Na Kiss)

Capítulo 10. Adiós día lluvioso

Escuchen la canción :3

Estaba atónita, no podía ser en serio, la vida me estaba jugando chueco de nuevo, ¿por qué tenía que ser así? Alexander y yo al fin estábamos mejorando nuestra relación, pero si me iba eso se acabaría, ya no habría razón para que me hablara y ya no lo vería todos los días.

—Pero papá, no, no podemos irnos.

—Kim, por favor, es lo mejor para ti y lo sabes —me contestó. Desde el día en que Alexander decidió recitar mi carta enfrente de todos, mi padre no dejaba de preguntarme cosas respecto a él. Incluso lo había hablado con Rose y Jerry, los tres se dedicaban a planear nuestras vidas, como si dependiera totalmente de ellos que mis sentimientos fuesen correspondidos.

—Lo sé, pero creo que puedo superar a Alexander sin tener que dejar la casa.

—Hija, siento que ya hemos abusado de Jerry y Rose, por favor, no lo hagas más difícil de lo que es —suspiré y me mordí el labio, mi padre había tomado la decisión y no había nada en el mundo que pudiera hacer yo para que cambiara de parecer.

—Lo entiendo, ¿dónde viviremos?

—Estoy cerrando un trato con uno de los habitantes del edificio que está a un lado del restaurante —empezó a decir—, en cuanto me diga que podemos ocupar el departamento nos iremos.

—¿Cuándo será eso?

—Un día o dos, dijo que lo más probable es que pudiera rentárnoslo —bajé la mirada, no quería alejarme de Alexander. Sin embargo, dos días después, papá y yo estábamos saliendo con nuestras maletas de la casa de los Romage, mis esperanzas se habían esfumado—. Jerry, Rose, pueden visitarnos si alguna vez pasan por la zona o cuando gusten —dijo mi padre, Rose sostenía un pañuelo y tenía los ojos llorosos.

—Gracias por todo lo que han hecho por nosotros —dije sonriente aunque lo único que quería era llorar—. El tiempo que pasé con ustedes fue muy agradable y me hizo muy feliz.

—¡Oh, Kim! —Rose me abrazó y comenzó a llorar—. ¡No puedo imaginar una vida sin ti!

—Vamos, Rose —dijo Jerry—, se lo haces más difícil a Kim —ella se separó de mí y se puso a un lado de Jim que tenía cara de fastidio—. Nos vemos, Darren, amigo —dijo el señor Romage colocando sus manos en los hombros de mi padre.

—Muchas gracias por todo, Jerry —ambos se abrazaron. Mi vista se desvió hacia donde estaba el chico que me quitaba la respiración, se encontraba recargado en la pared.

—Alexander... —dije, él volteó a verme, serio como siempre.

—Cuídate, ¿sí?

—Vamos, hija, es hora —dijo mi padre, ¿por qué tenía que interrumpir?

—Adiós —dijo Alexander y entró a su casa. Subí con papá al taxi, éste arrancó y nos llevó hasta el departamento. En el camino no hice más que pensar en Alexander, en todo lo que habíamos pasado, en cómo el destino me había hecho vivir bajo el mismo techo que él y cómo ahora me alejaba de él. Una lágrima se resbaló por mi mejilla y apoyé la cabeza contra la ventana del taxi, las gotas de lluvia bajaban por el cristal, sentí la mirada de mi padre pero lo ignoré.

—El departamento es agradable, no es muy grande comparado con la casa de los Romage, pero te gustará —me dijo, no le contesté, solamente me encogí de hombros.

Alexander

—Finalmente algo de paz y tranquilidad —dijo mi hermano, estaba en el suelo leyendo un libro.