II

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El tiempo pasa muy rápido al parecer, ya que luego de un rato consolando al Omega, un hombre toca la puerta del consultorio informándoles que el sitio ya cerrará, y que será mejor que se vayan si no quieren quedarse encerrados toda la noche.

Por lo tanto, Harry se dispone a tirar el agua usada de la tina, meter sus pertenencias a su maletín, acomodar unos documentos y apagar la computadora del escritorio. Se quita su bata para colgarla de su brazo y toma su maletín una vez que ha terminado.

— Bueno, hay que irnos, dicen que durante la noche se escuchan pacientes quejándose de la larga espera. —bromea, obteniendo con victoria una risa pequeña del chico y un balbuceo del bebé.

Harry le cede el paso al Omega con amabilidad, saliendo él al último para cerrar el cuarto con llave, se guarda su llavero en su pantalón y comienza a caminar a la par de Louis quien lo espera muy cerca suyo, se pregunta porqué pero al ver el ambiente se responde él mismo, el sitio luce sombrío dada su evidente ausencia de personas y a las pocas luces encendidas.

Las únicas personas que se ven forzadas a seguir ahí son los guardias de seguridad que los esperan en la entrada del sitio, el Omega ignora con indiferencia sus miradas mientras que Harry se despide con un gesto de cortesía que ellos corresponden.

— ¿Tienes un lugar donde vivir? —Harry se atreve a preguntar, ambos quedándose de pie en la acera.

— Sí, no se preocupe, una mujer me da asilo gratis en un pequeño cuarto de una vecindad.

— ¿En serio? Que maravilla, me preocupaba que durmieras en la calle, las noches aquí son muy frías. —suspira con alivio, ya hasta estaba pensando en buscarle un hotel y pagarle una noche, sería lo más decente, luego podrían buscar un apartamento o algo así.

— No, afortunadamente no, esa mujer tiene un gran corazón, creo que Gray tiene que ser la razón de ello. —dice sonriéndole al rostro durmiente del cachorro, oh vaya, tan rápido se ha dormido.

— Nadie se atrevería a dejar en la calle a un Omega y a un bebé. —jura el médico, después recuerda que ya está anocheciendo y decide preguntarle si vive cerca o lejos, le ofrecerá llevarlo en su auto y así se asegurará de que lleguen a salvo.

— Pues sí, no vivo tan lejos, puedo irme caminando. —responde.

— Si te parece bien podría llevarte, ya es tarde y a veces en algunas partes de aquí se juntan ciertas pestes. —le propone.

— No quisiera molestarlo más de lo que ya hice. —Louis sonríe con pena, meciendo suavemente a su hijo para que continúe durmiendo—. De verdad no tiene que...

— Vamos, lo hago con todo gusto, no quiero que algo malo les suceda.

El Omega parece indeciso, más bien inseguro, estando totalmente en su derecho de estarlo pues no lo conoce, dejando de lado el hecho de que le ayudó con su bebé, es un completo extraño para él que está ofreciéndole llevarlo en su auto hasta su hogar. Si te pones a pensarlo bien, el doctor podría ser un asesino o un secuestrador bajo el disfraz de un hombre dulce que adora a los niños, y Louis, como madre de un cachorro, se pensará miles de veces la situación antes de tomar una decisión sólo para proteger a su cachorro.

Aunque a veces se puede tomar un riesgo sólo para evitar otros riesgos más.

— De acuerdo.

— Perfecto, espérame aquí, iré por mi auto. No tardaré mucho.

Harry se marcha al estacionamiento del personal dejando al chico solo, por lo que se apresura en encontrar su auto, encenderlo y llevarlo hasta la entrada del sitio donde es esperado, tomándole unos diez minutos realizar todo. Desciende del vehículo sólo para ayudar al Omega a ingresar en el asiento del copiloto, cierra la puerta con cuidado para no despertar al bebé y vuelve a ingresar.

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