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Un bebé yace recostado sobre un escritorio, mientras su madre es atendida por aquel médico de ojos bonitos. En cuanto Harry vió la forma en la que el Omega se empezó a balancear en su silla, dejó a Gray en ese sitio y rápidamente socorrió al castaño.

Por fortuna lo alcanzó a tiempo, antes de que se fuera a un lado y cayera sobre su pecho.

— ¿Louis? —lo llama pero confirma que ya no está consciente, nota el celular en el suelo y ve que está en una llamada—. ¿Hola?

¿Hola? ¿Es usted, Louis?

No, soy el pediatra de su hijo, él se desmayó.

Oh, Dios. Bueno, ¿cree que pueda llamarle más tarde? Cuando se encuentre mejor.

Sí, supongo que sí... de acuerdo, sí, gracias.

Por fin cuelga y se concentra en tomar al Omega en sus brazos y llevarlo hasta la mesa de exploración, donde lo recuesta e inmediatamente acomoda el reposa pies para que sus piernas queden un poco elevadas, esto para que su sangre fluya mejor y reciba el oxígeno que requiere su cerebro.

Enciende un ventilador cercano y lo apunta a él, comprueba que no tenga ninguna prenda ajustada además de comprobar sus signos vitales, todo luce normal, y después sólo opta por esperar. Normalmente los desmayos no duran demasiado.

Gray hace un ruido que llama su atención, así que se acerca a él con una sonrisa y lo vuelve a cargar.

— No te preocupes, sólo está dormido, ¿okay? Pronto despertará. —le dice, estando de pie cerca de Louis, y viendo la forma en la que el bebé le pone atención, como si entendiera las palabras que salen de su boca—. ¿Qué tal si le das un beso? He escuchado que el beso de un ángel cura todo, y tú eres un angelito.

Gray no responde, claro está, pero aún así lo acerca al rostro de su madre esperando que le de un beso, pero en lugar de eso una manita pequeña se aplasta en la frente del desmayado con algo de fuerza.

— Bueno, tal vez con eso que hiciste se despierte. —bromea acercando al cachorro a su pecho otra vez, el niño le sonríe dulcemente—. No te preocupes, no le diré que le pegaste.

Decide arrastrar su silla hasta la mesa de exploración para estar cerca del Omega cuando despierte, y mantiene al bebé en sus brazos mientras lo mece. Observa con una sonrisa la forma en la que el pequeño toma con su diminuta mano los dedos de la suya, vaya, para tan sólo tener tres meses tiene bastante energía y fuerza.

Lo más seguro es que sea un Alfa, ya que normalmente estos suelen desarrollarse un poco más rápido.

— ¿Qué habrá provocado que tu madre se desmaye? —le pregunta sin esperar una respuesta, dirigiendo sus ojos al cuerpo del castaño.

Le agrada Louis, mucho. No va a negar que le ha tomado afecto, al igual que con Gray. Sabe que ambos han sufrido mucho, a pesar de que Gray no tenga la capacidad suficiente para entender lo que sucede a su alrededor.

Y admira mucho al Omega, la forma en la que ha progresado es de admirar. Recuerda su anterior aspecto físico y su estado emocional, nada que ver con el actual, ahora sonríe mucho y luce más sano, más vivo.

Pronto detecta movimiento en Louis, por lo que se pone de pie y se acerca a él.

— Hey, hola. —dice despacio al verlo abrir los ojos, luce desconcertado pues los mueve de un lado a otro, como queriendo saber qué sucedió y en dónde está—. Tranquilo, estás aquí conmigo, y Gray está aquí.

— ¿Me desmayé? —pregunta viendo el techo.

— Sí, no duró mucho, fue corto.

Louis se lleva las manos al rostro, cubriéndoselo, y suspira fuertemente.

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