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Sólo las puntas de sus refinadas botas tocaban el suelo, danzando sutilmente por este hasta llegar a un lado del pelinegro.

Examinó la palidez que decoraba su rostro y al instante se preocupó. Mirando constantemente a los lados se colocó de cunclillas y comenzó a abanicarlo, cuidando de mantener su oscuro cabello en su lugar.

— Jungkook...— Susurró, encargándose de suavizar su voz. Inevitablemente pasó su pequeña mano por las hebras del menor, quién por fin se removió abriendo las ojos.

El mayor observó las orbes brincar de Jungkook en sorpresa cuando este quitó su cubrebocas, dejando a la vista la parte inferior de su rostro. Jimin admiró en primera clase como al pelinegro le volvía el color al rostro, un rosa intenso tomando posesión de sus mejillas y lo detuvó antes de que volviera a caer, sentándolo frente a él.

— Jungkookie, tranquilo...— Acarició la nuca de este, viendo como los frascos de la enorme repisa de atrás se tambaleaban mientras que empezaba a acaparar nervios por las discretas miradas que estaban recibiendo.— ¿Sabes que? — Pensó rápido lo que diría, a la par que ansiosamente observaba todo el pasillo, no podía permanecer mucho tiempo ahí. — Esto fue una completa locura, pero... Necesito que me mires, y que por favor, compruebes, como quieras, que soy yo. Ahora.— Culminó tomando su rostro entre sus manos, a la par que lo observaba fijamente.

Los grandes ojos de Jungkook comenzaron a titilar extrañamente cuando se abrieron, Jimin se cuestionó haber presenciado un brillo tan lindo en la mirada de alguien y al conocer la respuesta algo en su pecho punzó.

Ni el mismo conocía de que trataba ese sentimiento, esa advertencia de que su corazón explotaría, nisiquiera estaba seguro de que estaba haciendo allí y mucho menos entendía las posibles consecuencias de sus actos.

Lamentablemente, por más que quisiera ser sólo Jimin de vez en cuando, eso no era posible.  

Mientras tuviera el mismo rostro de Park Jimin, solista de Big Hit Entertainment, no podría.

No era capaz de vivir independientemente, tenia atado a el millones de personas expectantes a cada paso que daba y cada palabra que decía.

Nunca estaría solo, jamás sería alguien autónomo pudiente de tomar sus propias decisiones, siempre iba a tener personas pisándole los talones, buscando excusas para rebajar su opinión y someterlo bajo un maldito papel inservible, el mismo contrato que habia sido la única y por mucho, la peor decisión de su corta vida.

Pensó haber aprendido a vivir con eso pero descubrió que no era asi cuando sintió la calidez de otros labios sobre los suyos.

El agradable temblor que invadió su cuerpo cuando los largos brazos de Jungkook lo rodearon nubló aquellos pensamientos. El menor lo apresó entre sus brazos, ahogando cualquier queja que pudiera salir de la boca de Jimin, arrastrándolo a ese pequeño pero hondo vacío, que luego no tendría idea de como salir pero tampoco es como si quisiera.

Esa chispa dentro suyo, que estuvo esperando a ser encendida toda su vida, acababa de incendiar su ser en adrenalina. Jeon Jungkook llevaba la responsabilidad de la detonación de toda su cordura y de cada uno de sus sentidos.

Jungkook estaba convencido de que estaba siendo partícipe de uno de sus mejores sueños, los que lamentablemente siempre eran los más irreales y los que de forma natural le dolían más.

Sentir aquellos gruesos labios entre los suyos no formaba ni formaría parte de su realidad.

Las palmas de Jimin rogaron por espacio, separándolos por un segundo.

— Esto... Es...— El corazón le estalló en dolorosos pedazos al ver a Jungkook vigilar detras y a los lados, pudiendo percibir su temblorosa mirada y sus brazos encogiendose lejos de él rápidamente, cómo si aquel simple contacto fuera algo terrible. — Eres tú.

— Soy yo.— Por primera vez en mucho tiempo no se forzó a sonreír.

Vió esos pequeños dientes asomarse y su rostro contaerse en una insonora carcajada.

— Me voy a enojar contigo si esto termina siendo un sueño... He pasado por esto antes.— Comentó el menor escondiendo sus manos debajo de sus amplias mangas, mientras bajaba la miraba y dejaba que su capucha camufleara su volátil flequillo adorablemente.

— Te puedo asegurar que no es as...

— ¡JIMIN!

Pum. La burbuja habia explotado en tiempo record, 30 minutos exactos.

Ya había escuchado ese aterrador sonido, ese espantoso ruido que asociaba con caer de nuevo a su realidad.

A su realidad de mierda.

Antes de tener que salir corriendo, quiso darle la razón a Jungkook.

Tal vez aquello si se había tratado de un sueño. Uno muy hermoso y que sin duda se llevaria el protagonismo de cada una de sus noches, pero que como el resto de sus lindos sueños... terminan.

Siempre tendría que despertar de nuevo.

Sin excepción.

liar; kookmin auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora