Capítulo único.

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La cacería estaba siendo un asco, no tenían ni idea de qué podría estar ocasionando las desapariciones de las personas; Sam estaba gruñón de que todo aquello fuera en vísperas de Noche de Brujas, realmente molesto por la cantidad de disfraces que habían ahí, los dulces, las calabazas en cada casa y los adornos terroríficos en los jardines que hacían casi imposible descubrir a su sospechoso, lo era si todos parecían sacados de algún libro de terror mal producido.

Estaban quedándose sin ideas, los objetos de las personas seguían desapareciendo y en su lugar dejaban humanos que no sabían cómo habían llegado ahí pero que conocían a sus propietarios a la perfección; Sam y Dean ya habían hablado con lo que fue un osito de felpa, una muñeca barbie, una vieja taza de té y un reloj de bolsillo. Dean sentía que estaban en el cuento inverso de la Bella y la Bestia donde los objetos se convertían en humanos y no al revés. ¿Brujas? Eso pensaron al principio pero no encontraron bolsas de hechizos ni una razón coherente para que hicieran eso; ¿alguna maldición antigua? También lo pensaron, como si de una fuente de deseos se tratara, pero el pueblo estaba limpio por completo.

Se iban quedando sin opciones, Charlie no había ayudado en lo absoluto y en ningún libro hablaba de algo semejante. Estaban cansados, malhumorados y estresados, una muy mala combinación en dos hombres que podían destrozar el mundo en un descuido. No obstante poco podían hacer para relajarse. En esa ocasión se dedicaban a mirar en su computadora algo que les dijera como solucionar aquello, Sam acababa de colgar el teléfono mirando a Dean de reojo, temeroso de su reacción.

—He llamado a Cass—decidió decir haciendo que Dean le mirara con el ceño fruncido—No podemos resolverlo y pensé que tal vez su mojo de ángel pudiera ayudar.

—Castiel ya no tiene su mojo de ángel—gruñó el rubio volviendo su vista a la computadora.

Castiel, pensó para sus adentros el castaño, sintiendo horrible el nombre completo del ángel; habían sido años llamándolo Cass cómo para que Dean ahora pronunciara su nombre tal cual. Llevaban semanas sin saber nada del ángel, desapareció de su vida de la misma forma en la que llegó y Sam sentía que faltaba ahí, aunque fuera en el fondo como una presencia sobrenatural, tan acostumbrarlo a verlo pegado a Dean que no tenerlo le causaba confusión y sentía que era incorrecto. En realidad, desde que desapareció su hermano se encontraba de un humor mucho peor que de costumbre.

Hasta hace poco era Cass, quiso señalar el alto pero sólo apretó los labios, sintiéndose molesto por aquel comportamiento pero sin saber qué decir en realidad.

—Bueno, es todo lo que tenemos—declaró Sam cerrando su computadora—Dijo que llegaría pronto.

— ¿Sabes? Esto precisamente no tiene que ser nada malo—señaló Dean, ignorando las intenciones de Sam por hablar del tema con el ángel—Las personas tienen los objetos que aman hechos...personas. Ninguno ha matado a nadie—señaló el cazador haciendo que Sam suspirara.

—Aún, nadie ha matado a alguien aún—decretó pasándose una mano por el rostro—Dean, son objetos convertidos en personas, eso no debería ser así; ¿qué pasa si alguien está obsesionado con un asesino serial y tiene un muñeco de él? ¿O que pasa si su objeto favorito es una moto-cierra?—Dean suspiró—Aún no sabemos qué clase de poder es el que está haciendo esto y podría ser peligroso.

—Lo sé, sólo estoy cansado—murmuró Dean cerrando la computadora de golpe—Vamos a un bar o algo ¿sí? Estoy que el cerebro se me funde—Sam entrecerró los ojos—Vamos, Sammy, sólo un momento. Hemos estado metidos en esto por días.

Sam lo pensó durante un momento antes de ceder, diciéndose que si quería que Dean viera a Castiel después de lo que sea que hubieran hablado entonces debía de tener a su hermano con cantidades industriales de alcohol en su sistema.

¿Auto O Truco? (OneShot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora