🐠Dia 7: Agua🐠

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El pequeño de escamas doradas observaba desde lejos la llanura de piedras y plantas acuáticas que conformaban su patio de recreo, oculto bajo la comodidad de su alga favorita de textura sedosa. No estaba del humor necesario para compartir tiempo con los otros bribones de sus compañeros; los estúpidos se la pasaban husmeando bajo los embalses de un árbol sumergido, buscando a su víctima favorita de vibrante color para atormentarla de nuevo; es decir, a su ovalado ser.

El pez amarillo eléctrico (1) del que todos estaban enamorados en la comunidad.

Y no señores, él estaba muy bien escondido en la hoja de la Yana (2) más alejada, apartándose de todos los enloquecidos y raros personajes que conoce en el cuerpo escolar. Nada ni nadie de los bancos lo sacaría de su curiosa cama de acuosa estructura, ni siquiera su amado novio de escamas rojas y tierna aptitud, -aunque tal vez si le trajera algo para comer, aún tengo hambre-, pensó el consentido pez.

A él ya hace tiempo que las tretas de esas granujas no lo atrapaban; bueno, dependiendo del caso ya que sus nervios le impedían hacer algo contra ellos cuando lo tenían rodeado. No obstante, ya sabía que escabullirse antes de salir a recreo era el mejor medio para evitar la vergüenza de nuevo.

¡Ojo, que no era por ser débil o algo parecido!, según le decía constantemente su viejo tutor. La insistencia de su matoneo provenía por solicitud unánime del estrafalario jefe quien no era más ni menos que su hermano adoptivo Kaigaku, una anguila de más de 1 metro quien no dejaba de fastidiarlo por su diminuto tamaño de solo 12 centímetros.
Solo porque él era un lindo pez de llamativo color para los ojos de los demás cardúmenes no daba la suficiente razón para ser el centro de odio y desquito del lánguido animal. Además, a pesar de que nadaba a las barbas de su amable abuelo para pedir el apoyo de detener a su injusto hermano, el otro no avistaba más allá que un simple juego de niños.

Urgh, ¿porque soy tan bello? - Expresó al agua con fingida desgracia Agatsuma. Miró a la superficie observando la corriente fluir sobre su cabeza, quizás si se dejara ir con ella podría encontrar un lugar más seguro para vivir…

¡No!¡No puedo abandonar al abuelito ni a Kaigaku!, ¡aún hay oportunidad para solucionar las asperezas y volver a ser una buena familia! - Determinó sus palabras para sí mismo, intentando abandonar esas ideas fatalistas que le rayaban el cerebro cada vez que se quedaba solo. Si seguía colocando de su parte para arreglar su maltrecha relación con la anguila las cosas mejorarían; tener una familia era su sueño hecho realidad, él no podía echarse para atrás ante algo tan minio.

El dilema es, entonces, como cooperar en una solución si el serpentino animal lo quería lejos a toda costa.

Quedó pensativo mientras observaba como comenzaba a bajar los brillos que despedía los remolinos superficiales del río. Unos rayos de luces traslucidos lo dejaron ciego por un instante, lo suficiente para inadvertir lo de la presencia de alguien más en su guarida. 

¿Zenitsu? Ya estoy aquí, deberías dejar de esconderte- dijo la amable voz que hacía tiritar sus aletas de alegría espontanea, quizás demasiado para su tímida personalidad; aunque al otro no lo notara de a mucho, por el contrario, lo emocionaba hasta más no poder.
¡Tanjiro! - Comenzó a mover con demasiada emoción la cola mientras lo veía acercarse. El pececito de chispas doradas y bermellón se posó a su lado con suma facilidad a pesar de la carga que llevaba encima, aprovechando el espacio del cómodo lugar. - ¿Preparaste comida?,¿no te importaría compartir conmigo un poco de tu bento? – Se asentó junto al cuerpo del menor esperando provocarle una respuesta positiva.

◇TANZEN WEEK (ZENITSU X TANJIRO)◇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora