◇TANZEN WEEK (ZENITSU X TANJIRO)◇

○Día 1: Alba○

Sinopsis:

Zenitsu reflexiona sobre lo que sucedió en la batalla contra Muzan, y con la idea de envejecer sin Tanjiro a su lado.

Modo de lectura:

Pensamientos

Recuerdos Pasados

—Diálogos

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¿En qué grado sus experimentados oídos lograban percibir el recorrer de las traslucidas gotas de agua, flotando entre el vapor que expedía su baño termal?

Sus habilidades seguían avanzando, transformando técnicas en formas más pulidas del arte marcial. Pero aún así, se consideraba igual de débil que al principio.

Si no fuere el caso, entonces, ¿Cuánta percepción recuperó a pesar de todo el daño que lleva incrustado en cada célula de su cuerpo?

¿Años, lustros o quinquenios, quizás?

Siendo franco, no llevaba la cuenta.

¿O serían notorias las diferencias que resaltaban su actual altiva figura en comparación con su demacrada alma, que ya no quería dar más pasos contra el sol?

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La delicada sensación de ser cubierto por el corpóreo gas del termal lo engullía entre cuestionamientos propios, y generaba un pisca de ansiedad, pensó Zenitsu con desaire; pausando el recorrido de sus manos con la suavidad adecuada, y tratando de que sus laceraciones a carne viva no tocaran el agua caliente.

El contraste entre las heridas con la nívea piel de las cicatrices recientes atrajo su atención. Contó uno, dos, ocho arañazos desde la perspectiva que tenía al ver el reflejo en el agua, y otros más al palpar su espalda; omitiendo las que estaban talladas como evidencia de sus antiguos trabajos. También se resintió de golpes sin sanar; y que su gran genialidad no comprobó pues su querido ahijado, quien esperaba ansioso afuera del recinto de lavado, lo interrumpió en su auto examinación.

El lindo discípulo de ojos rojos y sonrisa fácil, de calurosa piel y cicatriz en el cuello, con callos en las manos y cabellos color carbón, llevando el conocido haori de cuadros y cartas gañafada como aretes; le devolvió un saludo con respeto, y revisó si todo seguía en orden. Entretanto él; quien se comprometía con total esmero a su cuidado como si su hijo fuese, omitiendo la barrera de la sangre y su anhelo ajustara el lazo entre ellos, a pesar de que ese sentimiento lo había abandonado años atrás; chapoteaba el agua con intención de ahuyentarlo, explanándose en su cómodo trono de madera y rocas mientras descargaba sus risas en el objeto de su travesura.