Leah
Mire fijamente a Caneck quien estaba leyendo algunos papeles en su escritorio.
Habíamos llegado hace algunos días a una de las propiedades de Caneck a las afueras de Tokio, ahora nos encontrábamos para ser exactos en su oficina.
No entendía porque estaba aquí, pero tampoco me apetecía preguntarle y entablar una conversación con el.
Pasaron largos minutos antes de que se dignara a hablarme.
-Leah, por lo visto tienes muchas ganas de salir-susurro sin mirarme y yo me sobresalte dejando de mirar la puerta que estaba junto a mi.
Lo miré un poco turbada, ¿el tiene ojos por todos lados?
No respondí lo que era obvio y dejé que el silencio volviese a reinar entre nosotros.
Caneck suspiro y esta vez si enfoco sus ojos sobre mi- termino de ver esto y te llevo a comer afuera-me dijo y yo asentí despacio.
Las cosas con Caneck habían estado un tanto tensas.
Habíamos tenido un par de discusiones desde que llegamos a Tokio y el además había aumentado la seguridad, sumemosle también que prácticamente pasábamos todo el día juntos porque a él no le apetecía dejarme sola.
Como había dicho Caneck luego de terminar su papeleo salimos de la mansión y nos dirigimos a un restaurante muy lujoso en el centro de la ciudad.
No sabría decirles con exactitud que fue lo que pedí porque ni yo entendí en nombre del platillo pero dejémoslo con que era pescado, Caneck fue el que ordenó todo en un perfecto japonés que me dejó un poco atónita.
Sabia que Caneck tenía un amplio uso de el lenguaje debido a las diferentes relaciones diplomáticas que tenía que llevar con otras empresas de países diferentes, pero jamás imaginé que sabía Japonés.
Luego de disfrutar de un incómodo almuerzo salimos a recorrer un poco de la ciudad de Tokio.
Sus grandes edificios y arquitectura oriental me tenían fascinada.
La cultura en Tokio era hermosa y fresca, me gustaban los kimonos que utilizaban y la forma tan formal en la que se expresaban.Me hubiese gustado recorrer esta hermosa ciudad sin la presencia de Caneck junto a mi, creo que la hubiese disfrutada como se lo merecía, ahora mi juicio de valor no era justo para tan hermosa ciudad.
Mire mi mano entrelazada con la de Caneck y quise apartarla de inmediato pero reprimí mis ganas al no querer montar una escena.
-¿estas mejor?-su pregunta me descolocó un poco ¿a que se refería con sentirme mejor?- me refiero así estas más tranquila, te he notado un poco ida desde que llegamos acá- lo miré un poco dudosa
Más tranquila...
En mi situación ¿quién podría estar tranquila?.
Asentí despacio evitando hablar del tema y seguí caminando en silencio.-dentro de una semana voy a terminar todo los asuntos de empresa acá en Tokio-me informo y yo lo escuché atenta-¿te apetece viajar a algún lado?- me pregunto y yo lo mire dudosa- puedes elegir el destino que quieras, tendré una semana libre- me aclaro y yo asentí despacio.
-quiero ir a París-dije y el asintió en respuesta.
Voy a buscarte June...
(***)
-¡Evan!- grite y espere pacientemente que ante a mi apareciera un desaliñado pelirrojo con la respiración agitado por correr hacia mi.
-¿qué necesita señorita?- me pregunto y yo sonreí de medio lado.
Aquel pelirrojo había sido asignado por Caneck como mi guardia personal, era un chico tierno, pero creo que me tiene un poco de miedo, bueno no a mi si no a lo que yo le pudiera decir a Caneck sobre el.
-acomapañame a comer estos brownies, los hice yo- dije sonriendo y levanté el plato con los dulces en su dirección.
El me miro un poco desconcertado y en sus ojos vi como debatía si tomar uno o no, pero finalmente tomo uno, volví a dejar el plato sobre la mesa mientras el disfrutaba del postre y aproveché para también tomar uno.
-¿qué te pareció?- sonreí divertida al ver como ya se lo había terminado.
Evan volvió a su postura de guardia y asintió, yo solté una carcajada a lo que el me miro desconcertado, negué divertida y comí de mi brownie.
-¿qué están haciendo los dos?-al instante que Caneck entró a la cocina el ambiente relajado se volvió tenso.
-le día a probar a Evan de los brownies que cocine- dije simple y Caneck frunció el ceño molesto.
-vuelve a tu puesto de trabajo Evan, ya estoy yo aquí con ella- hablo Caneck y el pelirrojo salió rápidamente de la incómoda situación-¿desde cuando tan cercana al guardia?-pregunto molesto y yo suspire agotada de su estúpida actitud.
-solo quería que alguien probara lo que cocine, hice muchos, no podría comerme los todos yo sola- aclare y Caneck gruñón fastidiado.
-pudiste dármelos a mí -dijo como niño pequeño a punto de hacer una rabieta, yo alze una ceja mirándolo escéptica.
-a ti no te gustan los dulces Caneck- le recordé y el volvió a recobrar la postura.
-no importa, a la próxima no se los des al guardia- dijo dando por finalizada la discusión.
Tan solo un par de semanas más, solo un par de semanas....
-ven, quiero mostrarte algo-dijo de pronto y yo asentí dudosa pero tomé de la mano que había estirado en mi dirección.
Caminamos en silencio por la estancia de la mansión hasta llegar a una de las habitaciones.
Caneck abrió la puerta nervioso y yo entrecerré los ojos confundida por su actitud.
Pero mi semblante cambió completamente al ver frente a mi caballetes con cuadros y pinturas alrededor. Quise llorar al ver todos los cuadros que alguna vez había pintado en mi adolescencia, todo lo que creí perder en el incendio que se llevó a mis padres.
Toque con cuidado de la pintura que una vez hice de mi madre y deje que las lágrimas fluyeran libremente por mis ojos.
Mire a Caneck quien me miraba con adoración y cerré los ojos frustrada al sentir como mi corazón latía con fuerza ante tan lindo gesto que el tuvo.
-los trasladaremos todos a nuestra casa en París, también pondré una sala donde puedas dibujar libremente- me informo y sentí como mi corazón se apretó con fuerza.
Dios, Caneck era demasiado para mí, a veces era un tirano y otras como un dulce caramelo, me confundía y desesperaba, me dejaba varada sien entender ni procesar nada, sentía la incertidumbre de entenderlo y la pesadez que me provocaba el quererlo.
Caneck para mi era mi tormento.
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Pitiless (PAUSADA)
General FictionÉl es despiadado... No posee corazón y carece de sentimientos, de la misericordia no conoce su significado. Toma lo que considera suyo, pisoteando sentimientos y destruyendo todo a su paso, no le importa nada mas que el mismo. Él es Caneck