Me desperté sobresaltada y alcé la mirada para ver que hora era. Las doce de la mañana. Menos mal que era sábado. Me di cuenta de que mi móvil estaba entre las sábanas y recordé todos los mensajes de Louis la noche anterior. Aún seguía pensando que todo era una broma. Cogí el móvil y revisé los mensajes. Allí seguían. Todo era tan raro. Cómo a un chico como él le podía gustar una chica como yo. No me cabía en la cabeza. Abrí las ventanas para que se airease el cuarto y me dirigí a la habitación de Adrien con el móvil en las manos.
Di unos pequeños toquecitos en la puerta para comprobar que estaba despierto.
-"Pasa, pasa".
Hice caso y pasé. Cerré la puerta para que el ruido despertase a mis padres.
-"Hola Adrien".
-"Ann, que fea estás hoy". Dijo riendo.
Fruncí el ceño y seguidamente reí. Anduve hasta la cama y me senté a su lado.
-"Verás. Ayer recibí unos mensajes un poco extraños". Dije buscando estos. "Necesito que me ayudes".
Le entregué el móvil y mientras lo leía se le abrían los ojos más y más. Creo que él también se llevó una gran sorpresa.
-"Precisamente de esto es de lo que quería hablarte ayer antes de la cena".
Hice memoria ya que no me acordaba de aquello.
-"Ayer, después del partido, Louis y yo estuvimos hablando y me dijo que le gustas. Dijo algo así como que era un flechazo".
Estaba boquiabierta. No me podía creer todo aquello.
-"Me dijo que le aconsejara ya que eres mi hermana". Continuó diciendo. "Le di tu número y le dije que te llamara o te escribiera. Pero no pensé que fuera a declararse tan precipitadamente".
-"Adrien, a mi me gusta, pero es demasiado pronto como para saber si le quiero".
-"Lo sé, pequeña".
Suspiré.
-"Voy a llamarle". Dije.
Adrien sonrió.
-"Perfecto. Luego me cuentas". Dijo dándome un beso en la frente.
Me levanté de la cama y fui hasta la puerta. Antes de salir le recordé a mi hermano lo mucho que le quería y le di las gracias otra vez.
Fui a mi habitación. Cerré la puerta y me senté en la cama.
Tenía el móvil entre las manos. No me atrevía a llamarle. No me atrevía a hacerlo. Pero quería hablar con él. Quería escuchar su hermosa voz. Quería escucharle reír.
Finalmente, marqué su número y pulsé la tecla verde de la pantalla.
Narra Louis.
Apenas había podido dormir algo. Pasé toda la noche en vela dándole vueltas a por qué Anna no me había cogido el teléfono la pasada noche. Ni siquiera se había molestado en responder a mis mensajes. Estaba molesto, pero sin embargo, no me enfadé. No podía enfadarme con ella. Entendía que le había pillado por sorpresa y que aún estaría asimilando todo.
En ese instante el móvil empezó a vibrar e iluminarse sobre la mesilla.
-"Será la maldita alarma". Resoplé.
Sonó dos veces. Y una tercera. Decidí levantarme a apagarla ya que aquel sonido me estaba poniendo realmente nervioso. Alcancé el móvil frontandome los ojos y para mi sorpresa, no era la alarma. Me estaba llamando. Era ella. Debía cogerselo y así lo hice
-"¿Anna?" dije en un tono confundido.
Narra Anna
Los segundos de espera hasta que Louis cogió el teléfono, se hicieron eternos, y por fin, había descolgado el móvil.
-"¿Anna?" se escuchó al otro lado de la línea.
Su voz estaba más grave que de costumbre. Debía de haberse despertado hace un rato, o incluso le podría haber despertado yo al haberle llamado. Lo que no sabía era que su voz grave no era por haberse despertado recientemente, sino por culpa de las lágrimas que se le habían escapado esa noche por estar pensando en ella.