IV

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A quien lea esta carta quiero pedirle un favor. Que la entregué a alguna autoridad que sea capaz de ejercer un uso correcto de esta.

Yo, Candice White Andrew, en pleno uso de mis facultades mentales quiero confesar que ya no puedo con esta culpa que carcome mi alma, es por eso que he tomado esta decisión, con la esperanza de que finalmente se exonere a William Albert Andrew; después de todo el solo pretendía protegerme y yo fui tan ingrata, que en aquel momento no pude ser capaz de confesar la verdad y enfrentar mi castigo.

Fui yo quien cometió aquellos terribles asesinatos, fui yo quien continúe haciéndolo.

Si se preguntan las razones que tuve, solo puedo admitir que una furia incontrolable se alojó dentro de mi, que no podía soportarla y que en lugar de disminuir, está ha crecido más y más, sobre todo, a partir del momento en que me enteré del cruel asesinato de mi amado Terry.

Me imagino, que fue justo después de la forma en que Susana Marlowe se enamoró de él y se aprovechó de sus lesiones, para obligarlo a quedarse con ella, que comenzó mi rabia en contra de este mundo tan cruel.

Me pareció una locura, que después de las condiciones en que había regresado, todos estuvieran más preocupados por Alistear, pues él mismo había elegido su propio camino hacia la muerte, que por mi. Sin embargo, contrario a todos los demás, Albert cuido de mi, no solo mientras estuve enferma sino también durante toda aquella época, hasta que tuvo que reincorporarse a sus labores como cabeza de la familia. Por eso me deshice de todos ellos, porque ni siquiera fueron capaces de dejarme a Albert; el único que cuidaba de mi, incondicionalmente.

Estoy arrepentida, increíblemente arrepentida de todo lo que hice, aunque, si he de ser honesta, mi arrepentimiento no tiene nada que ver con las personas que perdieron la vida, sino, por Albert, porque él, menos que nadie, tiene que pagar por delitos que nunca cometió.

Solo quiero que le dejen en paz, que le dejen tranquilo y que viva la vida tan prometedora que aún tiene por delante y que, por mi culpa, se ha visto manchada por la tragedia.

También deseo disculparme con él, con Albert, por haberle dejado solo, por haber acabado con lo que restaba de su familia, a la cual, el mismo me agregó, así como también quiero pedirle que me perdone, por la forma en que he decidido terminar con mi rabia y mi tormento, dejándole aún más solo.

Al final, quizá sin darme cuenta, mi querido Bert, me enamore perdidamente de ti y lo que mas deseo es que vuelvas a ser un hombre libre.

Es una lastima que ni siquiera ese cariño pudo frenar mi rencor y; ese amor prohibido es lo que más me incita a terminar con mi propia vida, de la forma en que he decidido y con el consuelo de que, al fin, en esa otra vida, podré estar al lado de mi amado Terry.

Si necesitan, pruebas, he dejado un diario, en el cajón de mi escritorio, en mi alcoba de la mansión de Chicago, en donde explico con detalles, los lugares exactos en donde los enterré a todos y también, cómo fue que asesine a cada uno de ellos.

Candice White Andrew.

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