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—¿Estas seguro de que es la indicada? —una mañana, sumergidos en aquella cabaña bien oculta entre la espesura de aquel bosque, aún entre las sábanas y después de compartir un agradable momento de intimidad, ella y su sombra charlaban.

—Sí. Cualquiera podría decir que es tu hermana gemela. Tuviste toda la razón al enviarme allá. ¿Cómo sabías que la encontraría ahí?

—Fue el espejo —musito, tan confiada, como si él supiera exactamente a qué se refería.

—Ya solo nos falta deshacernos de Elisa. Lo tengo todo listo, incluidos nuestros disfraces, los boletos del tren y también los del barco.

—Desayunemos primero —se estiro y pronunció aquellas palabras, como si solo fuera a plantar flores nuevas en el jardín, usando un abono común y no el cuerpo de una pelirroja caprichosa.

•••

Cerca del medio día, la entrada tras la chimenea volvía a abrirse, ella y aquel ser que mucho tiempo antes se había vuelto su fiel compañero, ingresaron por ahí, para llegar al lugar exacto en que resguardaban, ahora, a un par de chicas.

Tan solo Candy entro, la rubia que el día anterior él había secuestrado, abrió los ojos de par en par; el espejo había tenido toda la razón cuando en su sueño le dijo que ahí y solo ahí, encontraría a la chica adecuada.

Candy le observo solamente por un momento, era ligeramente más delgada, algo que quizá y gracias al tiempo que llevaba escondida, nadie notaría. Luego volvió su atención a la pelirroja.

—Elisa —sonrió—. Tan dulce y despiadada como un demonio al que hemos logrado capturar —alardeaba, mientras aquel ser le observaba desde las sombras—. ¿Estás lista? Te prometo que está noche, al fin terminaremos con tu sufrimiento... —sonrió.

Con una seña pidió ayuda, y mientras su sombra sujetaba a la pelirroja en una mesa, ella se acercó al muro y tomo un puñal, entonces regreso y lo enterró en la pierna de aquella cruel muchacha, que tantas veces se había burlado de ella y que ahora lloraba y gritaba mordiendo la mordaza.

—Esto es por llamarme "Dama de establo" —con fuerza, saco y volvió a enterrar aquel artefacto, sin prestar atención al sitio en donde lo clavaba, pero con la intención de subir por su cuerpo—. Esto, por la trampa que nos pusiste y por la cual Terry dejo el colegio —dio un tercer golpe, aún con mayor furor, atinando al pulmón—. Y esto, por romper mi boleto para el estreno de Romeo y Julieta...

—¿Rompió tu boleto? —al ver que la rubia estaba satisfecha, aquel ser dio palabras a su curiosidad.

—Sí. Entre ella y su hermano, lo hicieron ante la mirada desinteresada de su madre.

—¿Y por qué no nos deshacemos de su madre?

—Porque tendrá toda la vida para agonizar, sola y sin poder recuperar, ni remplazar a sus preciados hijos —hizo una pausa, observo a esa chica que parecía convulsionar sobre la tabla—. Pronto morirá, pero; ¿Quieres darle una última lección? —ofreció el cuchillo.

—Sí —tomo aquella herramienta y la clavó en la garganta de esa moribunda chica—. Cuando estés en el infierno, no olvides decir que moriste por habladora y tramposa, que fuimos nosotros los que te dimos este trato especial, cobrándonos, sobre todo, por ese incidente en las caballerizas del colegio —aquel ser murmuró junto al oído de Elisa, mientras continuaba moviendo, de un lado al otro, aquella cuchilla.

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El Espejo 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora