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ADVERTENCIA

Mis historias no son de romance y pueden herir la sensibilidad de algunas lectoras. Se recomienda total discreción, amplio criterio y comprensión de lectura.

DISCLAIMER

Los personajes de Candy Candy pertenecen a Mizuki e Igarashi. Esta historia ha sido escrita sin fines de lucro, solamente por entretenimiento. El registro realizado cubre únicamente la trama de este fanfic. Esta prohibida la reproducción total o parcial de este fic.

•••

I

Ella reconocía ese lugar, lo recordaba como uno de los sitios más traumáticos de su vida y estaba segura de que jamás podría olvidar lo que había sucedido ahí.

En un instante el día se oscureció y el viento soplo con fuerza, enredándose entre sus cabellos dorados, volviéndolos casi castaños gracias al efecto de la luz, justo cuando ella estaba por entrar a ese edificio. Apretó con fuerza aquel abrigo rojo que tanto le gustaba y que siempre llevaba con ella, entonces; dudo.

Quizá necesitaba más fuerza de la que pensaba, para enfrentarse a lo que le esperaba ahí dentro.

—Adelante... —aquella voz que conocía perfectamente bien, resonó como un eco que recorría cada pequeño espacio de ese hospital—. Ve —le daba el ánimo que sabía cuánto le hacía falta.

El sitio completo parecía vacío, no había nadie alrededor e incluso aparentaba haber sido abandonado mucho tiempo atrás.

Subió las escaleras con cautela, odiando cada rechinar que sus pasos provocaban en el suelo desgastado. Una vez arriba, se detuvo y observo el barandal a su izquierda, él estuvo ahí, en aquella ocasión.

—No te detengas —le alentó, desde aquel espacio vacío—. Solo así podremos volver a estar juntos.

Siguió caminando, hasta que llegó a aquella pieza, suspiro, no estaba segura de poder hacerlo.

—Abre —insistió.

—No puedo...

Sin sorpresa, pudo observar como aquella puerta se transformaba en ese obscuro espejo. Reflejando aquel ser que tiempo atrás se había convertido en la sombra que le acompañaba día a día.

—Abre —fue firme.

—¡No! ¡No puedo hacerlo. A pesar de todo, ella solo fue otra víctima.

—¿Víctima? ¿De quién? ¿Tuya o mía?

Cómo podía pensar algo así, eso era inconcebible; y sin embargo...

—Abre... —insistió, saliendo del espejo, aquella sombra camino hasta llegar a su lado, tomando su mano y, aprovechando que ella permitía que le condujera a placer, la colocó sobre la perilla—. Abre... —repitió.

Sin fuerza para negarse más, abrió.

—Mira lo que has hecho...

Adentro no había nada. Sin embargo cerró los ojos al escuchar un grito de desesperación.

—¡Es mío! ¡Es mío! —era la voz de Susana, que de algún lado, invisible ante sus ojos, procedía.

—¡No! —grito, impotente e incapaz de repetir lo ocurrido—. Él me quiere a mí... —cayo al suelo, en señal de súplica—. Él me pertenece a mí...

—Levántate —al hacerlo, el panorama había cambiado.

Ahora estaba en la azotea, a la orilla del barandal, en medio de una fuerte ventisca.

—Hazlo —aquella voz retumbó en sus oídos.

—¡Qué quieres que haga! —grito con desesperación, no había nadie más ahí.

—Solo tienes que empujarla.

De pronto, ante ella, estaba Susana, suplicando que le ayudará.

—Sabes cuanto deseas hacerlo, sabes cuánto lo disfrutarás; solo hazlo —musito la sombra.

Era cierto, en el fondo de su corazón, sabía cuánto deseaba hacerlo. Pensando en ello, simplemente cerró los ojos y la empujó.

•••

—¿Candy? ¿Qué sucede? ¿Está todo bien?

Miró a su alrededor, habían pasado casi dos años desde la última vez en que había tenido un sueño parecido, aunque esta vez ya todo era diferente.

—Ya es hora —murmuro.

—¿De qué? —dijo aquel que estaba durmiendo a su lado.

—De terminar lo que hemos iniciado... —fijo la vista en aquella mirada profunda, que, como aquel espejo, le regreso su verdadero reflejo.

••• •••

Linda noche, gracias y bienvenidas a la segunda y última parte del espejo.

Espero les asusté mucho. Recuerden, el Género es Terror, Gore y Psicológico.

Besos

Monse

El Espejo 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora