VII

82 15 3
                                    

Lo recordaba, lo recordaba, ahora lo recordaba perfectamente bien, a pesar de que aún no lograba rememorar todos los detalles, al igual que con otras memorias.

Antes de aquella noche, habían mantenido correspondencia durante meses, por eso fue que todo comenzó, por un simple anhelo.

Quisiera que fueras libre, que no existiese nadie que nos impidiera estar juntos.

Quisiera que pudiéramos morir, para al menos así, en la otra vida, volver a estar juntos

Sí. Lo recordaba, lo recordaba perfectamente bien, recordaba que así fue como todo comenzó. En medio de un episodio de furia, un par de horas después de que esa mujer volviera a humillarle ante toda la familia y mientras volvía a reprocharle sus malos modales y lo malagradecida que siempre había sido; Candy le había empujado. Aquella mujer no pudo resistir, tenía varios huesos rotos y un fuerte golpe en la cabeza que le había causado la muerte; pero según las palabras de las ultimas personas en verla, ella salió de viaje y en algún momento, simplemente desapareció.

Fue en ese momento en que Albert quedó incluido en todo, al presenciar lo sucedido y limitarse al deseo de proteger a su preciosa pequeña; aquella chica a quien había cuidado desde que solo era una niña y por quién ahora no sabía qué hacer.

Esa misma noche, aprovechando que poco tiempo atrás se habían hecho arreglos en los jardines, el patriarca decidió que lo mas conveniente era deshacerse del cuerpo y enterrarlo entre las rosas.

Atormentado por su deseo de creer en la inocencia de la rubia, pero preocupado al notar que ella solía ir sola e internarse en las profundidades del bosque, en una ocasión decidió seguirla, solo para encontrar que su querida Candy usaba la vieja cabaña para mantener a Patricia O'brien secuestrada y ya moribunda.

Fue entonces cuando tuvo que aceptar lo que sucedía, y sin embargo, al percatarse de la situación, le sedujo sin que el empresario nunca se percatara de que aquel ser que tenía entre sus brazos ya no era la Candy que había conocido, así como tampoco se dio cuenta del momento en que cayó en sus redes, volviéndose el complice perfecto, haciendo todo lo que ella pedía, incluso, construir aquel sótano secreto y emparedar a Patty solo por no haberle regresado nunca, aquella cajita de la felicidad. Al final, simplemente provecho y acepto las ideas del empresario, ideas, como la construcción del sótano oculto tras la chimenea.

A pesar de todo, Candy nunca deseo que su buen príncipe de la colina se viera afectado por aquel embrollo; eso le entristecía más que nada. Pero el viaje a nueva York no había resultado ser como ella lo había planeado y al final, tuvo que buscar una solución para el dilema que Albert significaba.

Esa noche ella finalmente se reuniría con Terry, después de tanto tiempo, tantas cartas y tanta sangre. Esa misma noche ella había pasado momentos agradables al lado de su querido rebelde; pero nunca contó con la posibilidad de que Albert terminaría pronto con sus negocios y la buscaría.

Fue entonces cuando todo se complicó aún más. Ya que, cuando al fin habían encontrado a la víctima perfecta, le habían desfigurado el rostro, le habían cambiado de ropa y habían decidido dejar la armónica, para que fuera lo suficientemente convincente respecto a su identidad, escucharon a alguien caminando por ese mismo callejón oscuro.

—Escóndete —la rubia tenía la armónica en las manos cuando lo vio ocultarse entre las sombras.

••• • •••

El Espejo 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora