BOGOTÁ

516 32 3
                                    

-Vamos, es hora de salir de aquí- Isaza nos guió hasta un taxi

-Oye, no estoy lista para esto- declaré agachando la mirada

-Yo sé que estás nerviosa, pero no dejemos que eso nos detenga- dijo Isaza dándome la mano para subir al taxi

El camino fue muy rápido, lo cual odiaba, los nervios me consumían, la vergüenza de volver a verlo después de todo lo que pasó me quemaba, pero aún así, tenía demasiadas ganas de volver a verlo, volver a sentir su cabello y su suave rostro.

-Bien, aquí es la casa de los Villamil- la voz de Isaza causó un fuerte dolor en mi vientre, tenía ganas de salir corriendo y tomar el primer avión a donde fuese que se dirigiera

-No Isa, esto es demasiado rápido- me negaba a bajar del auto

-Bien, justo enfrente vivo yo, vamos a dejar las maletas y nos tomamos un respiro- sonrió

Estaba más que nerviosa, me volví a perder en mis pensamientos hasta que la voz del taxista los interrumpió

-Señorita, creo que alguien la espera- señaló justo frente de nosotros y vi aquel rostro que me mantenía despierta cada noche

No podía ser posible, la vida me odiaba

Los ojos de Juan Pablo se conectaron con los míos, nuestras miradas decían tantas cosas que parecia increíble

Mis ojos se humedecieron al verlo, se le veía cansado y más pálido de lo normal, las ojeras delataban las noches en vela que llevaba. Me dolía verlo así, y saber que probablemente todo esto era mi culpa

-No quiero entrometerme, pero creo que sería buena idea que bajara. Yo espero aquí por cualquier situación- dijo el conductor mientras me miraba por el retrovisor

Yo sólo asentí y me llené de valor para poder bajar del auto

En cuanto mis pies tocaron el piso sentí que me iba a desplomar, mi rostro estaba lleno de lágrimas y el de Juan Pablo por igual

-¿Qué haces aquí?- soltó en un susurro casi inaudible

-Vine a arreglar algo que hice- mi voz estaba totalmente rota

-Pues espero que lo puedas arreglar- al terminar esto se dio la vuelta y se dirigió a su casa

-NO VILLAMIL- corrí hacia él y tomé su mano, pero él esquivó mi agarre

-¿Qué quieres conmigo? ¿No te bastó con lo que ya hiciste?- cada una de sus palabras rompieron aún más mi corazón

-Yo, yo no tenía otra opción Juan-

-No me diste ni una sola explicación, me tiraste a la basura si previo aviso- había odio en su voz y sabía que me lo merecía

-No Juan, entiende por favor- mis ojos estaban completamente llenos de lágrimas y mi voz no daba para más

-¿Entender qué, Leilani? Si no tengo ni la más remota idea de lo que pasó- se giró nuevamente sobre sus talones

Me estaba muriendo por dentro, el simple hecho de haberlo lastimado me hacía sentir la peor persona del mundo

No lo quería perder, no quería que él ya no estuviera a mi lado, me negaba a la idea de saber que jamás volvería a estar junto a mi, a que ahora su corazón estuviese disponible para alguien más

En un arranque de valentía me abalancé sobre él, obligándolo a detenerse

-No vine desde México para que no me escuches, cometí errores y lo sé, pero aquí estoy para enmendarlo, para arreglar todo lo que rompí. Tal vez no me quieras perdonar, tal vez ni siquiera quieras escucharme o mirarme, pero te suplico que lo hagas, sólo por unos minutos y si después de eso decides que ya no me quieres volver a ver en tu vida lo entenderé, pero deja que te explique lo que pasó, dame una oportunidad para enmendar mis errores, es lo único que te suplico. Mi vida se está derrumbando y el que tú no quieras escucharme lo hace aún peor, me estoy muriendo Juan Pablo, ya no quiero seguir así, así que por favor, te ruego que me escuches sólo por esta vez- había tomado fuerzas para no desmoronarme a la mitad de mi sermón, pues necesitaba que aquellos ojos verdes prestaran atención a mis sentimientos

Causa Perdida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora